
Evil does not exist, de Ryûsuke Hamaguchi. Crossroads.
La lección de Blaga, de Stephan Komandarev. Albar.
Disco boy, de Giacomo Abbruzzese. Esbilla.
Evil does not exist, de Ryûsuke Hamaguchi. Trailer.
Tras la extenuante jornada del miércoles en el Festival Internacional de Cine de Gijón, decido tomarme la mañana de descanso en espera del apretado programa seleccionado para la tarde, todo él condensado en el Teatro Jovellanos. Una confusión con los desconcertantes horarios casi me hace perderme la primera de las tres sesiones verspertinas, Evil does not exist, último trabajo hasta el momento del realizador japonés Ryûsuke Hamaguchi. Hamaguchi, otro de los santos apóstoles del slow cinema, dirigió hace un par de años la oscarizada Drive my car, filme que recibió el apasionado y unánime elogio de la crítica. Con Evil does not exists el cineasta nipón repite la misma falta de contención narrativa y nos ofrece eternas secuencias vistiendo la nada en las que los personajes cortan leña o transportan bidones agua. Y cortán mucha leña y transportan muchos bidones de agua. En medio, unas cuantas perogrulladas sobre ecologismo versus capitalismo y con ellas hemos echado la tarde. O la siesta, según se prefiera. El golpe de efecto llega al final con una secuencia que oscila entre lo críptico y lo ridículo para que su corte de admiradores medite sobre las insondables intenciones del venerado artista.
La lección de Blaga, de Stephan Komandarev. Trailer.
El búlgaro Stephan Komandarev se ha convertido en un habitual de los últimos años del FICX y con La lección de Blaga compite ahora en la Sección Albar tras haber pasado por Gijón en las ediciones de 2017 y 2019 con las muy disfrutables Destinos y Rounds. La lección de Blaga está protagonizada por la veterana actriz búlgara Eli Skorcheva (recuperada para el cine tras una ausencia de más de treinta años de la interpretación) y con ella Komandarev completa la (pesimista) trilogía sobre algunos de los colectivos sociales menos favorecidos de su país.
El cineasta abandona aquí la habitual estructura fragmentada que tenían sus dos anteriores entregas para seguir los pasos de su protagonista femenina, una anciana viuda víctima de una estafa en la que pierde todo su dinero. Komandarev va sobrado a la hora de conseguir crear y mantener la tensión de sus relatos y en La lección de Blaga lo confirma nuevamente con una historia única que se acerca a las dos horas de duración. Con lo que no contaba el realizador búlgaro, presente en el Teatro Jovellanos para la presentación de su película y el posterior encuentro con el público, era con los numerosos problemas de la copia digital, que provocaron varias interrupciones en su proyección y soliviantaron a parte del respetable.
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Rematamos la jornada del jueves con el pase de Disco boy, una película dirigida por el italiano Giacomo Abbruzzese y que se enmarca en la sección Esbilla del FICX. La cinta es una curiosa y alucinógena revisitación de El corazón de las tinieblas, del escritor polaco Joseph Conrad, que intenta sumergir al espectador en la atmósfera de pesadilla que impregna todo el filme. Las herramientas de las que se sirve son un uso percutante del sonido y la inquietante presencia de su protagonista, el actor alemán Franz Rogowski. Las pretensiones de Disco boy van siempre muy por delante de sus resultados pero al menos consigue mantener el interés del relato sin necesidad de excesivos artificios ni de extender su duración más de lo necesario. Abbruzzese, que presentó su película antes de la proyección, se expresó en un español bastante solvente para responder a las preguntas del público casi sin necesidad de intérprete.
Disco boy, de Giacomo Abbruzzese. Trailer.
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