
El orden divino, de Petra Volpe. Sección Oficial.
Pour le réconfort, de Vincent Macaigne. Rellumes.
Lucky, de John Carroll Lynch. Sección Oficial.
Lo mejor de estos primeros días del Festival Internacional de Cine de Gijón está siendo, y con bastante diferencia, el tiempo. No es poca cosa, porque meterse las pateadas que nos estamos metiendo encima con lluvia sería terrible, pero no dice mucho sobre la selección de títulos del programa, algo que no por previsible resulta menos frustrante. Podemos echar la culpa a que la edición de este año se empezó a preparar tarde por los retrasos en la surrealista elección de director y todo lo que queramos pero el hecho objetivo es que el cartel parecía flojo y se está confirmando así. No es cuestión de ponerle palos en las ruedas al nuevo equipo organizador, porque su suerte será también la nuestra, pero la realidad es la que es, independientemente de cómo la queramos vestir y aunque quedan unos cuantos días para que el nivel remonte, de todo lo visto hasta ahora tenemos poco que celebrar, excepto el que no llueve.
El orden divino, de Petra Volpe. Trailer.
Por razones absurdas nos encontramos en la Sección Oficial un título como El orden divino. Y no es que la película suiza, candidata al Oscar por su país, sea particularmente desastrosa sino que sus características no puede decirse que encajen precisamente con la línea que más o menos regularmente ha venido siguiendo el festival gijonés desde hace más de veinte años, salvo que la coartada feminista de su temática pueda redimirla de sus defectos. Porque el filme que ha dirigido Petra Volpe se enfrenta a su difícil argumento con todo el arsenal de tópicos, tanto de guion como de dirección, para tocar la fibra sensible del espectador más superficial y contentadizo. La cinta es la mar de entretenida e incluso disfrutable, de la misma forma en que lo son los telefilmes (campo en el que se ha curtido su directora) que cada fin de semana por las tardes nos ofrece Antena 3 y no por ello los queremos programar en un festival de cine. La historia va de la lucha de un grupo de mujeres de un pequeño pueblo helvético por lograr la victoria del sí en el referéndum celebrado en el país en 1971 sobre el derecho al voto femenino. La película que uno tiene en la cabeza al entrar a la sala es idéntica a la que tiene al salir, con ese tono optimista y lacrimógeno a base de subrayados musicales que da un poco de grima. Si esto se programa en tiempos de Carballo lo hubiéramos echado a los leones, ¿no?
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Pour le réconfort, de Vincent Macaigne. Trailer.
Justo a continuación se proyecta dentro de la sección Rellumes la francesa Pour le réconfort, ópera prima (¿cuántas llevamos ya?) del actor Vincent Macaigne. Siguiendo el tono político de la jornada, aquí tenemos una lucha de clases en medio de una cinta discursiva y enervante como una tertulia de televisión. Está claro que la guillotina fue un gran invento pero que no se ha aplicado suficiente. Tras el paseo desde los Cines Yelmo, entramos al Teatro Jovellanos justo por delante de Carlos Pumares, que en ese momento está soltando su habitual diatriba sobre la ubicación de los subtítulos en la pantalla, y acabamos casualmente en la misma fila para ver Lucky, el primer largometraje dirigido por el actor estadounidense John Carroll Lynch, presencia inquietante en títulos como Zodiac o The invitation, ésta última vista en Gijón 2015.

John Carroll Lynch en el Teatro Jovellanos comentado Lucky
Caroll Lynch, presente en la sala, introdujo la película y se mostró de lo más expresivo en el posterior encuentro con el público. Y no le hubiera hecho demasiada falta porque su trabajo es, como se esperaba, lo más destacado de lo visto hasta el momento en el certamen. Realizada a mayor gloria de su actor principal, el recientemente fallecido Harry Dean Stanton, Lucky es la crónica de una muerte anunciada y de la actitud con la que el protagonista se enfrenta a la misma. Con la inclusión de momentos cómicos en medio del poco complaciente tema que trata, el filme va sorteando escollos y ganando adhesiones por el camino. Ajustada en su metraje, contenida en sus emociones y precisa en lo que quiere transmitir, Lucky se eleva entre la vacua mediocridad dominante. Y todos tenemos claro que no ganará nada, ¿verdad?

Lucky, de John Carroll Lynch. Trailer.
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