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domingo, 24 de noviembre de 2013

51 Festival Internacional de Cine de Gijón (Clausura)



Our Sunhi, de Hong Sang-soo. Clausura.

Se cerró una nueva edición del Festival de Cine de Gijón y lo hizo con una clara vencedora entre las películas participantes a concurso en su Sección Oficial. La producción polaca Ida se llevó los premios principales y por primera vez en muchísimo tiempo hubo una extraña coincidencia entre la decisión del Jurado Internacional y la del Jurado Joven. Habiendo apreciado trabajos anteriores de Pawel Pawlikowski, Ida me deja una sensación de profunda indiferencia que contrasta enormemente con las únanimes alabanzas recibidas a su paso por Gijón. Pero sobre todo encuentro incomprensible que Le passé, el estupendo trabajo del iraní Asghar Farhadi, de largo lo mejor del festival, se vaya de vacío mientras que la muy sentida pero completamente fallida Los insólitos peces gato se lleve parte del botín.


Inés Paz repitió como maestra de ceremonias, no así vestido

La gala de clausura, para la que se pusieron a la venta poquísimas y muy malas localidades, volvió al Teatro Jovellanos después de una larga ausencia de cinco años y fue nuevamente conducida por la presentadora gijonesa Inés Paz. Dado que todos los premios honoríficos se entregaron el primer día de certamen, en el último tan sólo se otorgaron los de la propia competición, algo lógico teniendo en cuenta que debieron ser aproximadamente unos dos mil. Muchos de ellos no fueron recogidos por estar ausentes los galardonados y se prescindió del habitualmente absurdo trámite de entregar unas estatuillas a quien no tiene relación alguna con el premiado. Patrice Leconte, Aida Folch, Ray Loriga y Pablo Giorgelli, los miembros del Jurado Internacional (de Iván Trujillo nunca más se supo) fueron los encargados de hacer entrega de los correspondientes trofeos a, entre otros, Ewa Puszczynska, productora de Ida, que subió hasta en tres ocasiones al escenario, o Claudia Sainte-Luce, directora y guionista de la mexicana Los insólitos peces gato. Mucho vídeo de agradecimiento (Pawlikowski, Jeremy Saulnier, Bill Plympton), incluyendo el del homenajeado ausente Hong Sang-soo.


Pawel Pawlikowski, multipremiado por Ida, agradeciendo los reconocimientos

Sin tiempo para chistes ni guiones acartonados, Inés Paz se limitó a dar paso a los diferentes premiadores y premiados y a la doble actuación musical de la cantante revelación Roko. Hubo un tiempo, que ahora parece demasiado lejano, en que en estos actos del Festival de Gijón actuaban The Lemonheads o John Cale. Quizá el año que viene toque Chenoa.


La cantante Roko en plena actuación

El cine Hong Sang-soo es trasparente. Bastan apenas dos películas para descubrir un estilo inconfundible (e insoportable) que hace plenamente reconocibles sus trabajos. Como si de un troll de la dirección cinematográfica se tratara, el realizador coreano parece tomarse a broma sus propios argumentos, así como la paciencia y el sentido común del espectador, y tejer una especie de broma gigante que cierto sector de la crítica más papanata aplaude embelesado. Our sunhi, programada de forma inconcebible para una fiesta de clausura, provocó primero el desfilar continuo de espectadores hacia las puertas de salida y después la risa y el pitorreo de los que aguantaron estoicamente el enésimo disparate del ínclito Sang-soo. El estúpido argumento del filme es perfectamente intercambiable por cualquiera de los que componen su filmografía, lo mismo que sus planos fijos eternos o sus ridículos zooms.


Our Sunhi, de Hong Sang-soo. Trailer.

Antes de esta tortura, y sorprendentemente sin ninguna presentación previa, se proyectó el cortometraje asturiano Patatas, Premio Nuevos Realizadores del Principado de Asturias de la pasada edición del festival y que ha dirigido David Barreiro. El Teatro Jovellanos se llenó de público invitado especialmente para la ocasión, que celebró con entusiasmo el corto desde el momento en que aparecieron los primeros títulos de crédito y que posteriormente abandonó la sala con escasa discreción y menor respeto aún por el resto de espectadores. Cuenta el regreso de un joven emigrante asturiano (interpretado por el actor Javier Ríos) a su pueblo natal para el funeral de la abuela. Su reencuentro con padres, amigos y ex novia sirve para ofrecer el contraste entre el carácter del que se fue respecto al de los que se quedaron. Sin embargo, la anécdota no pasa de ahí y el resultado es bastante poca cosa. Claro que al lado de Our sunhi hasta la carta de ajuste es una obra maestra.


Foto de familia del 51 Festival de Cine de Gijón

jueves, 21 de noviembre de 2013

51 Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 6)



Blue Ruin, de Jeremy Saulnier. Sección Oficial.
Los Insólitos Peces Gato, de Claudia Sainte-Luce. Sección Oficial.
In Another Country, de Hong Sang-soo. Hong Sang-soo.
Alabama Monroe, de Felix Van Groeningen. Gran Angular Ficción.



Blue Ruin, de Jeremy Saulnier. Trailer.

La producción estadounidense Blue Ruin, dirigida por Jeremy Saulnier y perteneciente a la Sección Oficial a concurso del Festival de Cine de Gijón, es la crónica de una venganza anunciada. La puesta en libertad del asesino de sus padres perturba incluso un poco más de lo que ya estaba al protagonista de la película, que decide de buenas a primeras cargarse al presidiario recién excarcelado. Lógicamente, las cosas se tuercen un poco más de la cuenta y los familiares del muerto no van a quedarse de brazos cruzados. Blue Ruin, con una sólida puesta en escena que mantiene la tensión en todo momento, juega con el humor negro de ciertas situaciones y personajes sin por ello caer nunca en el esperpento o la caricatura y ofrece una muy coherente conclusión a su planteamiento y desarrollo. Macon Blair, también productor ejecutivo de la cinta, interpreta al personaje protagonista y se pasa la mayor parte del metraje en pantalla aguantando notablemente el cometido. Saulnier, que hasta la fecha ha trabajado principalmente como director de fotografía (entre otras de la infame Putty Hill) demuestra haber aprendido bien el oficio de narrador con el que es su segundo largometraje, presente en la Quincena de Realizadores del último Festival de Cannes.


Poco interés o directamente ninguno tiene, por su parte, la mexicana Los insólitos peces gato, escrita y dirigida por la debutante Claudia Sainte-Luce. Una historia de enfermedad y amistad femenina protagonizada por una madre enferma terminal de SIDA, sus hijas e hijos de edades y padres diferentes (su último y fallecido marido fue quien le contagio la mortal enfermedad) y una joven y desorientada empleada de supermercado a la que conoce al inicio en el hospital. Docudrama realista pero rutinario desprovisto de cualquier fuerza, con personajes muermos e intrascendentes que divaga sus intenciones sin acabar de concretarlas nunca para terminar en una pretendida catarsis emocional sin emoción alguna tan irrelevante como todo lo demás.


Los Insólitos Peces Gato, de Claudia Sainte-Luce. Trailer.

En otro país es el primer y único filme de la filmografía del realizador coreano Hong Sang-soo que ha tenido hasta la fecha distribución comercial en España. Podría pensarse por tanto que la obra se diferencia (para bien) del resto de sus trabajos pero no sólo resulta inferior a la irregular Hahaha vista en la jornada de ayer sino que su argumento, interpretaciones y puesta en escena son absolutamente ridículas y sólo la presencia de Isabelle Huppert puede haber proporcionado cierto foco a la película. Pero la veterana actriz francesa no es capaz por si sola de sostener una historia inexistente que multiplica por tres la estupidez de sus idiotizados personajes y situaciones y cuyo único recurso estilístico parece ser, como también ocurría en Hahaha, unos zooms abominables que ya estaban desfasados hace cuarenta años y que en los tiempos presentes no tienen gracia ni como anacronismo. Hong Sang-soo hace películas como churros (siete largometrajes y un corto en los últimos tres años) y le salen como tales, aunque los estudiosos de la nada han encontrado un filón en sus risibles trabajos.


La belga The broken circle breakdown, presentada a comienzos de este año en el Festival de Berlín y recientemente galardonada con el Premio del Público del Festival de Sevilla, tendrá distribución comercial en España con el título de Alabama Monroe. La cinta dirigida por Felix Van Groeningen cuenta la historia de una atípica y joven pareja formada por una tatuadora profesional y un cantante de country que se conocen por casualidad y que poco después tienen un hija, un nacimiento inesperado pero que les traera una felicidad pronto quebrada por el cáncer que le detectan a la pequeña a los seis años. Este punto de partida, que recuerda a la francesa La guerre est déclarée, ganadora en Gijón 2011, es utilizado por el realizador belga para hablar en última instancia del enfrentamiento que resulta de los diferenciados puntos de vista que tienen ambos protagonistas sobre asuntos como la religión, el alma, la resurrección de la misma y las restricciones a la investigación con células madre. Tema pantanoso y difícil, salpicado en el filme con dos discutibles momentos, y rematado con un polémico final por cuanto el autor parece inclinarse por uno de los dos bandos. Con todo, Alabama Monroe es un trabajo interesante, brillante en muchos momentos de su metraje y definitivamente original en su intento de mostrar un drama trágico a ritmo de musical.


Alabama Monroe, de Felix Van Groeningen. Trailer.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

51 Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 5)



Le Passé, de Asghar Farhadi. Sección Oficial.
Hahaha, de Hong Sang-soo. Hong Sang-soo.
The House With A Turret, de Eva Neymann. Rellumes.



Le Passé, de Asghar Farhadi. Trailer.

El realizador iraní Asghar Farhadi logró hace dos temporadas un únanime reconocimiento por Nader y Simin, una separación. Tanto es así que el filme se alzó incluso hasta con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, pese a llegar procedente de un país que no despierta precisamente muchas simpatías en aquella parte del mundo. Desgraciadamente, no fui de los que disfrutó con aquella película y las muchas alabanzas recibidas me parecieron excesivas para una historia a la que encontré forzada hasta los extremos, haciendo de sus personajes meras marionetas al servicio de un discurso prefijado y poco creíble. Le passé es el nuevo trabajo de Farhadi y esta primavera se ha podido ver en el Festival de Cannes, donde su protagonista, la actriz francesa Bérénice Bejo, consiguió el premio de interpretación femenina. Indudablemente es todo un tanto para el Festival de Cine de Gijón tenerla a concurso en su Sección Oficial. Otra cosa es el interés que despertaba en mí.

Pero, contra pronóstico, he salido entusiasmado de la proyección y las más de dos horas que dura se me pasaron volando. En esta ocasión no veo tanto las costuras (aunque sí las tenga) como la gran fuerza narrativa e interpretativa que lleva en su interior. Las diversas formas de tragedia que padecen sus protagonistas no las siento como un fin en sí mismas sino como la consecuencia de las circunstancias, más o menos azarosas. Es fácil implicarse en la trama de la película, reducida a sólo unos pocos personajes y menos escenarios, por los que Farhadi pasea su cámara con elegancia. Bejo está perfecta en su papel, lo mismo que el prolífico y siempre solvente Tahar Rahim, pero la gran revelación de la cinta es el para mí desconocido actor iraní Ali Mosaffa, que sostiene sobre sus hombros el mayor peso del filme y lo soporta impecablemente. Le passé probablemente abusa y juega con ventaja en un Sección Oficial llena de primeras películas y títulos de perfil bajo. Con todo, debería ser la principal favorita para llevarse los premios más importantes, aunque pocas veces méritos y reconocimiento han ido de la mano en el palmarés final del Festival de Gijón.


Hahaha ha sido mi primera toma de contacto con el cine de su prestigioso director, el coreano Hang Sang-soo, finalmente ausente del certamen debido a inesperados problemas de salud. La película, compuesta a modo de relatos que dos amigos se intercambian mientras beben sin parar para celebrar la partida de uno de ellos rumbo a Canadá, recuerda por momentos al cine del realizador francés Eric Rohmer, en el que las parejas chico-chica hablan y pasean, pasean y hablan, mientras debaten sobre el sentido de sus relaciones amorosas. La barrera que separa el mundo oriental del occidental probablemente impide captar parte de la esencia del filme y el particular dibujo de uno de los personajes protagonistas masculinos no hace fácil empatizar con él, por lo que el resultado final está lejos de ser completamente satisfactorio.

Tenía grandes esperanzas puestas en la ucraniana The house with a turret pero éstas tardan poco en irse al traste. Rodada en blanco y negro y de corta duración, trata, se podría decir, de las peripecias que sufre un niño que viaja acompañado de su madre enferma en mitad de una guerra. Pero nada se explica demasiado, la película no pierde el tiempo en aspectos tan inncesarios como la construcción de personajes o la planificación de secuencias. En su lugar asistimos a una exhibición obscena de la desgracia, a una muestra de la peor pornografía emocional, una indigna e indecente acumulación de tragedia en la que se dan cita las peores muestras del catálogo de tópicos: niños desamparados, enfermedades, hambre, miseria, muerte, perros perdidos, ancianos solos, tuertos, tullidos, hombres y mujeres despreciables, elementos puestos todos al servicio de la absoluta inmoralidad de la directora responsable de este dislate. Claro que al final todo podría ser un sueño de Antonio Resines.


The House With A Turret, de Eva Neymann. Trailer.