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sábado, 18 de noviembre de 2023

61º Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 1)



Lobo, de Alfonso Cortés-Cavanillas. Albar (Fuera de Competición). Inauguración.
Perfect days, de Win Wenders. Crossroads.


El Festival Internacional de Cine de Gijón tardó en anunciar su película inaugural de este año. Cuando se publicó inicialmente el programa de mano y la parrila de proyecciones, el acto de inauguración aparecía solitario en medio de una calendario especialmente saturado de títulos interesantes y no fue hasta unos días más tarde que se completó en su versión definitiva. Después de las dos últimas ediciones, que arrancaron con producciones estadounidenses muy dignas pero que no tenían a ningún representante para presentarlas en el Teatro Jovellanos, la sexagesimoprimera edición del FICX dio comienzo ayer con Lobo, una producción española recién salida del horno que está dirigida por Alfonso Cortés-Cavanillas y protagonizada por la actriz ganadora del Goya Marian Álvarez, que aquí también ejerce de coguionista.

Lobo, que no tiene nada que ver con este Lobo ni con este otro, es el nombre del perro que acompaña a Sara, una mujer que escapa de su pareja con lo puesto y que durante la hora y media larga de metraje que dura la cinta pasa por todo tipo de desgracias, algunas de ellas bastante inverosímiles y llevadas un poco al extremo, algo que resulta contraproducente para lo que se quiere contar puesto que te saca de la historia en lugar de meterte más en ella.

Marian Álvarez es la reina absoluta de la función, no solo porque de ella partió la idea de la película (que se basa en una historia real) sino porque carga sobre sus hombros todo el peso del relato junto con su compañero canino (el perro de la propia Álvarez, de nombre Lolo y que falleció poco después de terminado el rodaje). La dirección de Alfonso Cortés-Cavanillas está puesta completamente al servicio de la protagonista y cumple de forma aseada con un trabajo irregular pero cuidado con mimo por sus creadores, quienes comparecieron tras el pase en la Escuela de Comercio en la primera sesión de la tarde para responder a las preguntas de Alejandro Díaz Castaño, director del FICX, y del público y prensa presentes en la sala.


El polifacético Santiago Segura, que como cineasta se ha especializado en facturar un tipo de cine cada vez menos interesante, fue el encargado de conducir este año la gala inaugural del FICX. Segura ironizó durante el acto sobre la dicotomía entre el cine comercial y el cine de autor tirando de un repertorio de gracietas que pese a lo manido que resulta a estas alturas siempre consigue arrancar las risas del público. Durante el transcurso de la gala, la alcaldesa de Gijón entregó el Premio de Honor del certamen al realizador portugués Miguel Gomes, mientras que el Premio Isaac del Rivero, instaurado en homenaje al fundador del Festival de Gijón, fue entregado por los hijos de éste a la actriz asturiana y diva del cuplé Lilián de Celis. La presentación de algunos integrantes de los jurados de las diferentes secciones del festival, la promoción del estreno de Literato, película escrita por Maxi Rodríguez, y las actuaciones del conjunto musical presente en el escenario del Teatro Jovellanos ocuparon los huecos que dejaron las bromas del maestro de una ceremonia que se hizo especialmente corta.

Solapada con la inauguración y con El cielo rojo, de Christian Petzold (y en la primera sesión de esta tarde con el filme de Michael Winterbottom), no estaba fácil el encaje de Perfect days, el último trabajo del casi octogenario realizador alemán Win Wenders, elegido por Japón para representar al país del sol naciente en los próximos Oscar. Perfect days se estrenó en el pasado Festival de Cannes y en Gijón se encuadra dentro de la sección Crossroads, que un año más ofrece trae al FICX una selección de títulos confeccionada en colaboración con el Festival de San Sebastián. Tenía muchas expectativas puestas en la cinta. No hace falta decir que Paris, Texas es una de las películas de mi vida y aunque el gran talento visual de Wenders no siempre (de hecho, casi nunca) ha encontrado unos guiones a su altura, la buena acogida dispensada al filme desde el momento de su estreno hacía pensar en lo mejor. Por desgracia, como tantas veces ocurre, las expectativas no han casado con la realidad.

Perfect days sigue de forma extremadamente detallada el día a día de Hirayama, un hombre maduro que trabaja como limpiador de los aseos públicos de la ciudad de Tokio. Una existencia en extremo anodina que Wenders nos retrata con una meticulosidad digna de mejor causa y que solo se anima parcialmente cuando suenan los numerosos superhits de los 70 (incluido el Perfect day de Lou Reed) con los que el protagonista ameniza sus trayectos de casa al trabajo y del trabajo a casa. El filme tiene pocos personajes y menos diálogos, siendo los momentos que Hirayama comparte con su joven compañero de trabajo particularmente enervantes. Para cuando empieza a pasar algo, hace mucho que el interés de este espectador se ha esfumado.

Perfect days, de Wim Wenders. Trailer.

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