
La Noche Del Hermano es una muestra evidente de a dónde camina el cine español: a ninguna parte. Cada esfuerzo por salirse del carril central de sus temáticas habituales es recompensado con resultados tan desastrosos como esta horrible acumulación de despropósitos que inexplicablemente acabó incluso por estrenarse en las salas comerciales.
Santiago García de Leániz fue productor de la galardonada Te Doy Mis Ojos y, con la colaboración de varios participantes de aquella, como Icíar Bollaín o Luis Tosar, dio el salto a la dirección de largometrajes con esta historia también escrita (es un decir) por él mismo y Tatiana Rodríguez, a partir de una idea de Josep Bonet. Es la historia de dos hermanos. Mientras el mayor cumple condena por el asesinato de sus padres, el menor, todavía un adolescente, crece con todos los traumas producidos por tan macabro suceso.
En ocasiones como ésta ni siquiera se puede achacar a la evidente falta de medios técnicos y económicos el lamentable resultado final porque el grado de miseria de las interpretaciones, por poner sólo un ejemplo, no tendría por qué estar afectado por las limitaciones monetarias. Todo mueve al sonrojo en La Noche Del Hermano. Todo es gratuito y ocurre porque sí sin que el terceto de guionistas pueda o sepa explicar la razón. Es difícil encontrar una sola idea brillante en todo el metraje, que además se alarga innecesariamente para la suprema nadería que está contando.
Cuando uno rueda una película parece lógico pensar que lo hace porque tiene algo interesante que contar, algo que necesita compartir con los demás. Las razones por las cuales ha llegado a realizarse La Noche Del Hermano, vistos los resultados, son del todo inexplicables.