
Hope, de Joon-ik Lee. Rellumes.
The Cut, de Fatih Akin. Sección Oficial.
Respire, de Mélanie Laurent. Convergencias.
Jack, de Edward Berger. Rellumes.
Como si de una siniestra conspiración se tratara, todas las películas vistas en esta primera jornada completa del Festival Internacional de Cine de Gijón tienen a niños o adolescentes como protagonistas, o al menos en el centro del conflicto dramático, y en todas ellas pasan las de Caín. Claro que algunos más que otros. El primer puesto se lo lleva la (encantadora) niña de ocho años protagonista de la producción surcoreana Hope (So-won), que no pasa mucho metraje hasta que sufre una violación que a punto está de costarle la vida y que le dejará secuelas físicas y psíquicas, irreversibles las primeras y casi, casi las segundas.

Hope, de Joon-ik Lee. Trailer.
Hope, dirigida por Joon-ik Lee y que participa a concurso dentro de la sección Rellumes, es sensiblera en demasiados momentos y tiene unos constantes subrayados musicales que refuerzan la impresión de que el director y guionista quieren a toda costa impactar y sacudir el hígado del espectador con golpes bastante bajos y no siempre muy legales. Se enfanga también en unos jardines (todo lo relacionado con el juicio y la sentencia del acusado) que no la ayudan en lo más mínimo y a poco que uno se ponga pejiguero se le pueden sacar los colores. Pero el caso es que el conjunto a mí me funciona, me la creo, empatizo con el dolor de esa familia golpeada y me gusta su discurso de superación del trauma. Y luego está la fabulosa niña protagonista, Lee Re, que es un hallazgo superlativo y que sostiene ella sola todo lo demás. Como esto que a mí me parecen virtudes seguirán siendo defectos para los cínicos militantes, comprendo que tenga más detractores que defensores entre el público del FICX. Pero como dijo una vez Francisco Nixon, el cinismo nunca ha dado de comer a nadie. Y yo añado que a nadie excepto a los propios cínicos, claro.
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Fatih Akin no es nada cínico y sus películas tampoco. Después de la completa retrospectiva que disfrutamos en Gijón hace un lustro, ahora presenta en la ciudad su último largometraje. The cut no fue precisamente bien acogida en el pasado Festival de Cannes y una vez vista podemos decir que ni tanto ni tal calvo. El ubicuo Tahar Rahim interpreta en ella a Nazaret Manoogian, un armenio al que la Primera Guerra Mundial le pilla en medio del odio turco y que de forma milagrosa consigue salvar su vida aunque no su voz. Pero su familia se ha quedado atrás y una vez finalizado el conflicto bélico dedicará sus escasas fuerzas a tratar de encontrar a sus dos hijas gemelas. El desarrollo del argumento es previsible, la narración bastante convencional y aunque Akin es bueno componiendo planos, a la historia le falta la fuerza necesaria y se ve con un distanciamiento que no ayuda mucho para que el conjunto resulte todo lo emocionante que debiera. Rahim, aunque se pasa silente casi todo el tiempo, siempre es una presencia sólida en pantalla y aquí la ocupa la mayor parte del metraje.

Joséphine Japy y Lou de Laâge, protagonistas de Respire
A Mélanie Laurent muchos la conocimos en Malditos bastardos. La actriz francesa también dirige y en Respire, presentada por Esther Miguel Trula (aka @flamencastone) en la nueva sección Convergencias, nos cuenta la conflictiva relación entre dos chicas adolescentes de provincias. La primera está viviendo dolorosamente la inminente separación de sus padres y mantiene una relación dudosa con su supuesto novio. La segunda es una recién llegada al instituto que rápidamente se revela como una mentirosa y manipuladora compulsiva. Ambas se hacen enseguida muy amigas pero pronto la relación se estropea por culpa del doloroso secreto que guardan cada una de ellas. Respire, una adaptación de la novela homónima de Anne-Sophie Brasme, es profundamente francesa en su temática y su realización, está bien narrada y ofrece una conclusión algo llevada al extremo pero en todo caso coherente.
Respire, de Mélanie Laurent. Trailer.
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La alemana Jack, del realizador televisivo Edward Berger, también participa a concurso en Rellumes y también está protagonizada por un niño que sufre. De hecho, son dos los niños que sufren. Jack y su hermano pequeño, Manuel, tienen una madre joven y ausente que los deja un poco a lo loco. En un momento dado, Jack es enviado a un internado pero allí las cosas no le van muy bien, por lo que decide volver a casa. El problema es que su madre ha desaparecido dejando a su hijo menor al cuidado (es un decir) de una amiga. Jack recoge a su hermano y lo que sigue a continuación es un vagar diurno y nocturno por las calles de un Berlín de cara B. Como ocurre con Hope, el peso del filme recae casi por completo en la excelente labor interpretiva del niño protagonista, el debutante Ivo Pietzcker. El problema es que las cosas se alargan en exceso (como las respuestas de su director en el Encuentro con el público posterior) y se repiten un poco innecesariamente. Y que todos los personajes adultos parecen cyborgs. Pero por lo demás, bien.
Jack, de Edward Berger. Trailer.
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