Melbourne, de Nima Javidi. Sección Oficial.
Halfway, de Geoffrey Enthoven. Clausura.
Negar Javaherian, actriz protagonista de Melbourne
Anunciado el palmarés al mediodía del sábado, la india Titli resultó la película ganadora en cuanto a la importancia de los premios pero la iraní Melbourne, de Nima Javidi, se alzó con hasta tres reconocimientos: director, guion y Jurado Joven. En esto del sinsentido de los premios siempre resulta la mar de sorprendente que la suma del mejor guion y el mejor director no dé lugar a la mejor película pero una vez vista la cinta podemos afirmar que con lo que se lleva del FICX52 va más que bien servida. Melbourne es un Farhadi for dummies, un filme reducido a la mínima abstracción de escenarios y personajes que basa todo su discurso narrativo en un suceso que plantea un conflicto moral. El problema es que el conflicto es un poco así traído por los pelos y los personajes, como suele pasar en las películas iraníes, toman siempre unas decisiones peregrinas con el único propósito de enmierdar todo lo posible la situación y que el desenlace sea un momento de catarsis absoluta. En Melbourne esto se sigue al pie de la letra y la conclusión es eso, un poco así de esa manera. La pareja protagonista se traslada a Melbourne y en las horas previas a su partida se les muere en su casa de forma súbita el bebé de un vecino. A partir de ahí se desencadena el drama humano y las excusas y las ocultaciones y todo lo demás. Siempre, como digo, gracias a esa tradición fílmica persa de situar en el epicentro del drama a unos personajes capaces de tomar las decisiones más absurdas de todas las posibles. Y en esas se tira la película la hora y media que dura. Es un trabajo digno pero el exceso de galardones se me antoja excesivo.
Imanol Arias, Premio Nacho Martínez 2014
La gala de clausura fue conducida nuevamente por Irene Visedo e Ingrid García Jonsson. Como había que entregar quince millones de premios, millón arriba millón abajo, la cosa se alargó eternamente. Claro que cualquier discurso de premiado en el que diera gracias a sus padres, a su novia o a su perro era notablemente mejor que el guion que las pobres actrices tenían que declamar. Durante la ceremonia aparecieron por el JovellanosAlberto Rodríguez y Javier Gutiérrez (premio GAVA de interpretación masculina), y también Imanol Arias recogió el Premio Nacho Martínez, momento estelar de la velada que el actor leonés aprovechó para soltar un discurso de los que parecen estar por encima del bien y del mal. Nima Javidi recogió personalmente sus trofeos, hubo proliferación de vídeos de agradecimiento y en general se alargó todo muchísimo. Tras la pausa, que todos los presentes aprovechamos para sentarnos donde nos dio la gana, se pasó el corto ganador el año pasado del proyecto Canal+. Es decir, Not the end, realizado por dos hijos del productor José Esteban Alenda, también presentes en Gijón para la ocasión. Not the end es un corto largo que juega con la idea de los viajes en el tiempo desde una perspectiva romántico-científica y que está a nada de caer en la blandenguería más cursi pero que, bueno, se le perdona y ya está. María León y Javier Rey son sus intérpretes protagonistas.
La película con la que se cerró oficialmente esta edición del festival gijonés fue la belga Halfway, dirigida por Geoffrey Enthoven. Durante su primera parte es una suerte de comedia sin gracia a propósito de un tipo un tanto desagradable que compra un caserón en el campo y se le aparece el fantasma del dueño anterior. Después de los chascarrillos iniciales el filme da paso a los momentos intimistas, que tampoco van cargados de inspiración precisamente y así como quien no quiere la cosa va pasando el tiempo y la cinta termina. Es larga para ser comedia, previsible como drama y en general nada destacable pero tampoco especialmente dañina y cumple de sobra las exigencias (ningunas) del público mayoritario en estos actos, ese mismo que entra en tropel y de forma continuada durante la entera totalidad del corto y el primer cuarto de hora del largo. Un sin Dios, o sea.
Halfway, de Geoffrey Enthoven. Trailer.
Nacho Carballo emulando a Mariló Montero: "Rara vez la opinión del público coincide con los gustos del espectador". Ahí lo dejo.
FICX52 en TPA. Convergencias. [Flamenca Stone ES AMOR, también os lo digo]
Palmarés 52ª edición Festival Internacional de Cine de Gijón
52 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE GIJÓN
21 A 29 DE NOVIEMBRE DE 2014
El Jurado Internacional de la 52ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, integrado por: integrado por D. Santiago Zannou, D. Alberto Ammann, Dña. Hebe Tabachnik, Dña. Natalia Verbeke y D. Cristóbal Arteaga ha concedido los siguientes premios a los largometrajes participantes en la Sección Oficial:
PREMIO PRINCIPADO DE ASTURIAS AL MEJOR LARGOMETRAJE TITLI de KANU BEHL
El Jurado Internacional de la sección ANIMAFICX de la 52ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, integrado por: Jordi Sánchez Navarro, Tomás Lunák y Ricardo Ramón, ha concedido el:
“Por alcanzar la excelencia en su mezcla de tradición y modernidad y por la fuerza poética de su puesta en escena.
El jurado quiere felicitar al Festival por su compromiso con la animación y por la gran calidad y variedad en estilos, técnicas e historias de la sección AnimaFICX.”
El Jurado Internacional de la sección DOCUFICX de la 52ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, integrado por Edmon Roch, Javier Martín-Domínguez, Valentí Figueres y Loris Omedes, ha concedido el:
“Por la apasionante recuperación de un pionero del cine a través de un trabajo riguroso y experimental.”
El Jurado FIPRESCI de la 52ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, integrado por Amber Wilkinson, Eduardo Guillot y Victoria Smirnova ha concedido el
El Jurado de cortometrajes de la 52ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, integrado por: José Esteban Alenda, Beatriz Sanchís, William Miller y Mikel Rueda ha concedido los siguientes premios a los cortometrajes participantes en la Sección Oficial:
PREMIO “TIERRA ASTUR” AL MEJOR LARGOMETRAJE ASTURIANO, SECCIÓN GRAN ANGULAR POR LA PUERTA GRANDE de ASUR FUENTE
PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE ASTURIANO DIA D'ASTURIES MÍRAME de JOSE LUIS VELÁZQUER y HÉCTOR HERRERÍA
El Jurado Joven de la 52ª Edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, formado por jóvenes de entre 17 y los 25 años, ha otorgado los siguientes premios:
El Jurado de la sección “Día D’Asturies”, formado por Jaime Fernández Miranda, Isabel Friera y Antonio Virgili ha concedido el premio “DÍA D’ASTURIES”, patrocinado por TPA, al cortometraje:
MÍRAME de JOSE LUIS VELÁZQUER y HÉCTOR HERRERÍA
El Jurado ValetudoDVD ha otorgado premio a:
PREMIO VALETUDODVD A: METROS ÚTILES de David Cervera
Bande De Filles, de Céline Sciamma. Gran Angular Ficción.
Words With Gods. Rellumes.
Song Of My Mother, de Erol Mintas. Rellumes.
Bande De Filles, de Céline Sciamma. Trailer.
Hay días en que es mejor no salir de casa y, de tener que hacerlo, no acercarse a un cine. El Festival de Gijón se acaba y no ha dejado lo mejor para el final, o mis elecciones no han sido afortunadas, que todo puede ser. Bande de filles es el último trabajo de la directora francesa Céline Sciamma. Hace tres años participó en Gijón con su película Tomboy y se alzó con el premio de la Sección Rellumes. Tengo gran recuerdo de aquella cinta y tenía esperanzas en que su autora mantuviera el mismo grado de inspiración. Por desgracia no ha sido así. No conecto en ningún momento con nada de lo que me cuenta en Bande de filles. Aunque los conflictos de la adolescencia siempre son terrenos propicios para el interés, los personajes del filme me resultan del todo marcianos. Encima la película es larga larguísima, parece que no se acaba nunca. Bande de filles está nominada a los Premios Lux y con tan peregrina excusa aparecieron por allí un señor del Parlamento Europeo y un eurodiputado aborigen. Era lo único que faltaba para convertir la sesión en un disparate absoluto. La pobre actriz protagonista, Karidja Touré, que lo hace bastante bien, estaría sorprendida al verse reducida a mera comparsa del encuentro con el público. Haber venido para esto, pensaría.
Words with Gods es un filme colectivo surgido de una idea del guionista y director mexicano Guillermo Arriaga, el mismo que escribiera para Alejandro González Iñárritu sus mejores obras. Como todo trabajo colectivo se enfrentaba a una más que probable irregularidad pero en este caso se consigue una curiosa uniformidad: todos los episodios son (casi) igual de terribles. Empieza con una mujer que da a luz en soledad en un desierto durante una secuencia que dura quince minutos y a partir de ahí la cosa raramente mejora. Los diversos fragmentos oscilan entre el cripticismo y el delirio, con breves apuntes humorísticos que se reservan únicamente Alex de la Iglesia y Bahman Ghobadi. Si Bande de filles se hace larga, lo de Words with Gods vira por momentos hacia la tortura y el ensañamiento. Cómo será que hasta hay un capítulo firmado por Amos Gitai y ni siquiera es el peor de todos.
Words With Gods. Trailer.
Cierra esta trágica jornada la producción turca Song of my mother, primera película del kurdo Erol Mintas, y que también participa, como Words with Gods, en la Sección competitiva Rellumes. Aquí la historia es mucho menos ambiciosa pero el desarrollo igual de fallido. Las penurias de un profesor kurdo al cuidado de su anciana y terca madre que se empeña en regresar a su pueblo ya inexistente. Complementa la mínima trama el embarazo de la compañera del protagonista, noticia que éste no recibe con entusiasmo. La realización es tan plana, uniforme y muerta en vida que la película no alcanza ni a ser irritante, se queda en algo mucho más modesto e inocuo. El tratamiento en segundo plano del conflicto turco-kurdo tampoco consigue despertar interés alguno en este espectador. Ni en casi nadie, a juzgar por la fuga general al finalizar la proyección, que dejó el encuentro con su director, como ya pasara el miércoles con Brillante Mendoza, en poco más que una reunión familiar.
Under The Skin, de Jonathan Glazer. Géneros Mutantes.
It Follows, de David Robert Mitchell. Géneros Mutantes.
Scarlett Johansson, (única) razón de ser de Under the skin
Programa doble de Géneros Mutantes en la jornada del jueves, antepenúltima del Festival de Cine de Gijón. Tenía prevista también la china Trap Street (Sección Oficial) pero al final hubo un improvisado cambio de planes. No era cuestión de someter a mis acompañantes a otro castigo (Métamorphoses) y perder las amistades. Under the skin es, desde hace meses, "la película donde Scarlett Johansson se desnuda". Esto es así. El resto de consideraciones son secundarias. Como el filme tiene ya un tiempo y no acaba de estrenarse en condiciones en el reino de España, aunque circula por canales alternativos una copia de buena calidad, éste ha sido un buen momento para acercarse al trabajo del británico Jonathan Glazer, que no ha tenido precisamente una gran acogida allí donde se ha estrenado.
Under The Skin, de Jonathan Glazer. Trailer.
Under the skin es la adaptación de la novela del mismo título del escritor Michel Faber. Es una película casi sin diálogos y los pocos que tiene son totalmente triviales e intrascendentes. Es decir, el peso narrativo recae casi exclusivamente en la fuerza de sus imágenes y sonidos. Y el caso es que durante un buen rato funciona su elegante esteticismo, pero la fuerza se le escapa como a la gaseosa y enseguida se torna repetitiva y cansina, acumulando secuencias calcadas unas de otras que entierran su interés. En su último tercio se produce un pequeño giro de los acontecimientos que tampoco anima demasiado la función y fin de la cita. Scarlett Johansson luce imponente todo el metraje y es la única razón de ser de Under the skin, que se apoya también en la belleza de los parajes naturales de Escocia donde se ambienta. Y pare usted de contar. Durante su pase en los Cines Centro se produjo una fuerte oleada de deserciones en mitad de la proyección. Con anterioridad se emitió el corto The nostalgist, escrito y dirigido por el italiano Giacomo Cimini, que también es atmosférico e inquietante, pero sólo dura quince minutos. Lo protagoniza el actor Lambert Wilson
It follows, del estadounidense David Robert Mitchell, estuvo seleccionada en la semana de la crítica del último Festival de Cannes y Gijón la recupera en su sección Géneros Mutantes. Es una producción norteamericana de brillante y estilizada factura, ambientada en una época que podrían ser los ochenta (o no, ese e-reader primitivo desconcierta un poco) y que en esencia va de miedo y sustos más o menos gratuitos. Y homenajes, claro. Hay una anécdota argumental rebuscada y metafórica no del todo bien explicada pero que sirve básicamente para que un grupo de jovencitas y jovencitos correteen y chillen alegremente por la pantalla. Y para que el público chille también llegado el caso. Con música a lo John Carpenter. En su último tramo, la película pierde algo de ritmo e inspiración y la conclusión es abrupta, pero en general divierte y entretiene, que no es poco. Antes de It follows se proyectó otro corto, Ghost train, de Lee Cronin, que juega con las mismas cartas que el largo: atmósfera y sustos.
Evolution Of A Criminal, de Darius Clark Monroe. DocuFICX.
Les Combattants, de Thomas Cailley. Sección Oficial.
Kinatay, de Brillante Mendoza. Brillante Mendoza.
Muchas expectativas, mucha decepción. Suele pasar. La primera de todas fue el documental estadounidense Evolution of a criminal, del realizador afroamericano Darius Clark Monroe, encuadrado en la sección DocuFICX. La no-ficción siempre ha estado presente en Gijón e incluso en los últimos años ya tenía apartado propio en los premios. Evolution of a criminal no depara demasiadas sorpresas y cuenta exactamente aquello que anuncia en su título. La originalidad es que la historia es autobiográfica y su director, que robó un banco en compañía de otros cuando contaba dieciséis años y luego cumplió por ello cinco de cárcel, saca a toda la familia para que hable bien de él y de su reinserción en la sociedad. También a la fiscal de menores, a un señor que estaba en el banco cuando el atraco y a sus dos compinches. Todo ello en modo coñazo monocorde y cansino. Hay que tener un ego del tamaño de la polla de Mandingo para creer realmente que tu historia pueda interesar a la gente hasta el punto de aguantar (escasa hora y media, por fortuna es corta) esta crónica rutinaria y rudimentaria que parece sacada del más infame manual de autoayuda y superación personal. Que sí, Darius, que antes eras malote y en la cárcel estudiaste mucho y ahora eres un buen chico. Qué culpa tendremos nosotros de ello. Produce el asunto Spike Lee, que se ve que no tenía nada mejor que hacer aquella tarde y le dio por ahí.
Evolution Of A Criminal, de Darius Clark Monroe. Trailer.
Adèle Haenel y Kévin Azaïs en Les combattants
Menos pretenciosa pero infinitamente más disfrutable es la cinta francesa Les combattants, crónica iniciática y juvenil ambientada en verano y en un bosque. Como la norteamericana The kings of summer (Gijón, 2013) pero mucho mejor del inicio al fin. Llama la atención que Les combattants concurse en la Sección Oficial, porque me da que no tiene opción de rascar ni la pedrea, pero su estimulante ligereza ayuda a sobrellevar el cansancio acumulado ahora que hemos superado ya la mitad del certamen. Arnaud y Madeleine empiezan con mal pie pero, tras un interludio protocastrense que acaba raro, cambian las tornas entre ellos. Los jóvenes Adèle Haenel y Kévin Azaïs cargan sobre sus hombros todo el peso del relato y lo hacen divinamente. Dinámica y fluida, sus casi cien minutos pasan volando. Thomas Cailley, director y co-guionista debutante, presentó la película en una abarrotada sala de los Cines Centro y mantuvo un breve encuentro con el público al finalizar la sesión.
Les Combattants, de Thomas Cailley. Trailer.
El filipino Brillante Mendoza es uno de los invitados del certamen gijonés y protagonista de una retrospectiva compuesta por seis de sus largometrajes. Recién aterrizado en la ciudad, introdujo a los espectadores Kinatay, filme del año 2009 por el que consiguió el premio de mejor director en el Festival de Cannes. Kinatay es una cinta chunga que narra un hecho terrible y que busca mediante sus planos eternos y sus secuencias interminables sumergir al espectador en la pesadilla. El uso constante de la cámara en mano también persigue este objetivo. A mí me agota y me aburre casi todo de la película, su naturalismo alegre y forzado del comienzo y su descenso a los infiernos posterior. Como fiel descripción de un suceso, encuentro que lo alarga mucho más allá de lo necesario y en mi caso logra justo el efecto contrario, que me desentienda de la historia y me dé todo igual. Ni formal ni temáticamente alcanza Kinatay a interesarme lo más mínimo. Decepción. A pesar del cansancio, del poco público y de la deserción en masa, Brillante Mendoza se quedó al encuentro con el público.
Métamorphoses, de Christophe Honoré. Sección Oficial.
Life Feels Good, de Maciej Pieprzyca. Sección Oficial.
Europa en bragas, la metáfora
Climatológicamente era hoy un día para quedarse en la cama tapado hasta las orejas. Las películas seleccionadas tampoco ofrecían a priori grandes alegrías y hasta las ocho de la tarde no asomamos el hocico por el Teatro Jovellanos para asistir a la primera de las dos, la francesa Métamorphoses, de polifacético auteur Christophe Honoré. Métamorphoses es, o al menos eso dicen, una adaptación libérrima y actualizada de La metamorfosis, del poeta romano Ovidio. Independientemente de ello, uno entiende que las películas deberían contar algo por sí mismas, más allá de sus fuentes o sus orígenes. Cuando no han pasado apenas cinco minutos de metraje del filme en cuestión ya está absolutamente claro que no, que aquí no hay nada que ver y que lo que sigue es HARTE con mayúsculas, la irritante pedantería de un fulano que con la coartada de la intelectualité te va a dar el coñazo soberano durante casi dos horas de lo más irritantes. Eso sí, su justificación cultista le ha servido para llenar su cinta de una extensísima galería de culos, tetas y pollas. Todo por exigencias del guion. Luego a la salida alguno se pondrá a debatir sobre los elevados propósitos del engendro maléfico y las dobles, triples y cuádruples lecturas posibles. Los más simples no llegamos a tanto. Además, mucho cuento de desnudos y tal pero eran todos y todas más feos que la hostia.
Métamorphoses, de Christophe Honoré. Trailer.
La polaca Life feels good, escrita y dirigida por Maciej Pieprzyca, tiene un argumento de esos que lo lees y te dan ganas de echar a correr hasta cruzar la frontera. La enésima película del FICX52 con discapacitado y presunto mensaje de superación personal, de si quieres puedes y bla, bla, bla. Además está basada en una historia real, frase terrible que precede a un sinfín de bodríos. El caso es que buscando referencias previas no se hablaba mal de ella y decidí darle una oportunidad. No es una obra deslumbrante pero sí más que correcta, brillante por momentos, que no abusa del sentimentalismo ni de la sensiblería, que no busca dar pena y que, en resumen, ofrece aquello que prometía en el mejor de los casos e incluso algo más.
Es la historia de Mateusz, diagnosticado como paralítico cerebral desde su infancia y que resulta que no, que el niño entiende, siente y padece ante la progresiva indiferencia de todos los que le rodean. Tengo problemas para creerme algunas partes del argumento pero me gusta el retrato de esa Polonia a caballo entre dos épocas, el costumbrista retrato de familia humilde en problemas o la cálida relación del protagonista con su padre. Y lo que sigue luego logra mantener siempre el interés y el ritmo, sin golpes de efecto gratuitos ni concesiones al lagrimeo o la blandenguería. El reto interpretativo que asume el actor Dawid Ogrodnik, visto el pasado año en Gijón en la multipremiada Ida, es enormemente complicado (si lo hace bien se dirá que de interpretaciones de discapacitados están llenos los palmarés) y puede decirse que sale del difícil envite más que airoso.
The Zero Theorem, de Terry Gilliam. Géneros Mutantes.
Appropiate Behavior, de Desiree Akhavan. Convergencias.
White Bird In A Blizzard, de Gregg Araki. Sección Oficial.
La carrera cinematográfica del ex Monty PythonTerry Gilliam seguramente no pasa por su mejor momento. The zero theorem, su último trabajo, languidecía en el cajón del malditismo, haciendo compañía a otros célebres y malogrados proyectos del autor, mientras permanecía inédita en España año largo después de su paso por el Festival de Cine de San Sebastián. Rescatada con motivo del Premio de Honor que el certamen gijones ha concedido en la presente edición a su creador, pudimos verla en su pase en un repleto Teatro Jovellanos.
The Zero Theorem, de Terry Gilliam. Trailer.
The zero theorem viene a contar lo mismo Gilliam viene contando desde hace más o menos treinta años. La pesadilla futurista y cotidiana de un hombre corriente alienado por una sociedad opresora y un trabajo rutinario y asfixiante del que no encuentra forma ni modo de escapar. Sólo a través de la fantasía parece existir una mínima posibilidad. Con diferentes matices y resultados, es el mismo discurso de las estupendas Brazil o El rey pescador, por poner dos ejemplos. Pero en lugar de perfeccionar la fórmula, parece que vamos al revés y el interés por el filme se echa perder prácticamente desde el comienzo del metraje. El habitual y abrumador diseño de producción suma su parte para hacer aún más diminuta la historia que cuenta y que todo importe más bien poco. Ni siquiera las estelares apariciones de los David Thewlis, Matt Damon o Tilda Swinton, o la carnal y neumática presencia de Mélanie Thierry, consiguen despertar un interés real. Un pequeño aunque previsible fiasco. Gilliam, que por la mañana había impartido una clase magistral en la Escuela de Hostelería, presentó su obra y mantuvo un encuentro posterior con el público asistente, en el que habló de sus dificultades para encontrar financiación o de su pesimista visión sobre el mundo en general.
Dentro del ciclo Convergencias ha sido el turno en esta ocasión de Appropiate behavior, canónica producción independiente norteamericana con reconocibles influencias temáticas y formales del Noah Baumbach de Frances Ha. Desiree Akhavan se lo guisa y se lo come todo. Ella es la directora, guionista e intérprete principal de una cinta que narra la ruptura de una relación de pareja y la forma en que la protagonista se recupera de las heridas emocionales. Los elementos diferenciadores son que la pareja la forman dos mujeres y que la familia del personaje central es iraní (aunque residentes todos en Brooklyn) y desconoce su orientación sexual. No existen grandes sobresaltos en la narración, que alterna, como en Blue Valentine, dos líneas temporales confluyentes: la del enamoramiento inicial y la posterior a la ruptura. Appropiate behavior es ligera y cálida, trata con cariño a sus personajes y se resuelve de forma correcta en un metraje bastante ajustado. Notable.
Shailene Woodley protagoniza White Bird In A Blizzard, lo último de Gregg Araki
También es estadounidense, pero con más medios y presupuesto, White bird in a blizzard, el último trabajo del otrora pope del cine indie y en los últimos tiempos algo venido a menos Gregg Araki. Diez años después de su participación a concurso en Gijón con la excelente Mysterious skin y ya dieciocho desde que el festival le dedicara un homenaje-retrospectiva, Araki regresa a la Sección Oficial y lo hace con la adaptación de la novela del mismo título de Laura Kasischke. El estilo del director californiano ha ido refinándose y nos parece ahora de lo más clásico. Mantiene intacta, eso sí, su indudable capacidad para crear secuencias hipnóticas y envolventes. Como ocurriera en Mysterious skin, el pasado de los personajes oculta secretos que asfixian su presente y su futuro. De nuevo se dan cita aquí, como en Hombres, mujeres y niños, ecos de la inevitable y fundacional en su género American beauty, aunque White bird in a blizzard tiene personalidad propia y recorre un camino diferente. Shailene Woodley es la protagonista de un reparto menos coral que aquellas y que incluye entre sus secundarios a una Sheryl Lee casi irreconocible. El paso del tiempo, ya se sabe.
White Bird In A Blizzard, de Gregg Araki. Trailer.
Fuego, de Luis Marías. Sección Oficial.
Cold In July, de Jim Mickle. Géneros Mutantes.
Hombres, Mujeres y Niños, de Jason Reitman. Sección Oficial Fuera de Concurso.
Al cine español se le ha acusado tradicionalmente, y no sin razón, de vivir de espaldas a la realidad del país, de encorsetarse en las cosas que funcionan (la comedia, especialmente de lucha de sexos) y también en las que no funcionan (la guerra civil y su posguerra, un lugar común casi siempre infundado porque en realidad pocas películas se han hecho que aborden directamente el tema, no digo ya que encima lo hagan bien). Sobre lo que podemos dar en llamar el conflicto vasco, un asunto que ha sido lamentable protagonista de la actualidad nacional durante casi medio siglo, se pueden contar con los dedos de una mano los filmes que lo han tratado abiertamente. Fuego se interna en él, o eso se anunciaba al menos, pero enseguida deja claras sus intenciones. No persigue la película de Luis Marías una inmersión en el problema etarra y su discurso sobre la inutilidad de la venganza se puede universalizar en el fondo a prácticamente casi cualquier época y situación.
José Coronado haciendo el mal en Fuego, de Luis Marías
Carlos, papel que interpreta José Coronado (hace diez años había unanimidad en decir que era una nulidad como actor, ahora parece haberla en considerarlo todo un titán: sospéchese siempre de estos extraños cambios de criterio), es un policía destinado en Bilbao que en 2001 es víctima de un atentado en el que fallece su mujer y su hija pierde ambas piernas. Su vida se detiene entonces y el salto temporal a la actualidad nos muestra a un hombre que pretende inmolarse en su planeado acto de venganza final. Y no destripemos más. El tema será universal pero el tratamiento es un poco a la española. O sea, diálogos impostados, intérpretes reguleros, tonillo al recitar y simpleza argumental para que nadie se pierda (bien reforzada con el imprescindible subrayado musical). Si encima se adereza con elementos de esos que "siempre funcionan" (personaje con discapacidad, graciosillo con acento raro), las posibilidades de que la cosa resultara mínimamente bien eran casi nulas. Por ello, tiene bastante mérito que el conjunto sea hasta cierto punto digno y que no moleste. Luis Marías, director y guionista, y Leyre Berrocal (no había vuelto a saber de ella desde... su debut en Éxtasis), participaron en el Encuentro con el público de los Cines Centro posterior al pase, mientras que Aida Folch sólo apareció en la presentación.
Fuego, de Luis Marías. Trailer.
Cuando apenas han pasado diez minutos de la estadounidense Cold in july se me empieza a cerrar el ojo. La película no tiene la culpa, hasta entonces Dexter (con bigote) se ha cargado de un tiro en la cabeza a un asaltante nocturno que irrumpe en su casa y todo va más o menos bien. Pero el sueño me impide enterarme de cómo sigue el asunto. Cuando vuelvo a la historia, un imposible conjunto formado por Sam Shepard (como el padre del presunto asesino que ha muerto pero no ha muerto), Don Johnson (como un detective estrafalario que tratará de localizarlo) y el propio Dexter se embarca en una peligrosa cacería. Jim Mickle, director del que el pasado año vimos aquí mismo We are what we are (también en la sección Géneros Mutantes), tiene estilo creando secuencias hipnóticas y algo menos cuando baja a la realidad. El universo snuff vuelve a ser retratado en pantalla de una forma bastante cutre, aunque sin llegar a los extremos de excrecencia de Asesinato en 8mm. Igual entre cabezada y cabezada me perdí lo mejor, no sé. Dejemos en suspenso la valoración y recuperemos la cinta por medios alternativos. Antes de Cold in july se proyecto Room 8, un brillante corto de nacionalidad polaca que cuenta con bastante estilo una historia pesadillesca.
Room 8, de James W. Griffiths
Cold In July, de Jim Mickle. Trailer.
Jason Reitman compitió en Gijón en el año 2007 con Juno, su segundo largometraje después de su debut en Gracias por fumar. Ganadora del premio del Jurado Joven, Juno fue uno de los títulos más disfrutables de aquella edición del festival y afirmó las carreras de Ellen Page y Michael Cera. Reitman se ha hecho un nombre desde entonces y ya totalmente afianzado en la industria norteamericana presenta ahora Hombres, mujeres y niños, película con inminente estreno comercial en las salas españolas. Como si de una puesta al día de American beauty se tratara, cuenta una historia coral protagonizada por cuatro familias con diferentes grados de disfuncionalidad en donde las comunicaciones sólo tienen lugar por medios electrónicos. Como reflejo de la incomunicación de los tiempos presentes puede resultar algo obvia, pero el caso es que todo funciona asombrosamente bien y la historia fluye de modo admirable. De Adam Sandler ya sabíamos que era un solvente actor dramático (véase la estupenda Punch-drunk love del palizas de Paul Thomas Anderson) y aquí lo vuelve a confirmar de nuevo. También Dean Norris demuestra que puede haber vida después del agente Hank Schrader y todo el reparto de jóvenes intérpretes realiza solventes creaciones. Emma Thompson pone la voz en off y encaja todas las piezas. La película forma parte de la Sección Oficial pero no compite, lo que está bien porque evita así que haya que buscar alguna justificación absurda para no darle premios (véase Mysterious skin, Gijón 2004).
Hombres, Mujeres y Niños, de Jason Reitman. Trailer.