
Evolution Of A Criminal, de Darius Clark Monroe. DocuFICX.
Les Combattants, de Thomas Cailley. Sección Oficial.
Kinatay, de Brillante Mendoza. Brillante Mendoza.

Muchas expectativas, mucha decepción. Suele pasar. La primera de todas fue el documental estadounidense Evolution of a criminal, del realizador afroamericano Darius Clark Monroe, encuadrado en la sección DocuFICX. La no-ficción siempre ha estado presente en Gijón e incluso en los últimos años ya tenía apartado propio en los premios. Evolution of a criminal no depara demasiadas sorpresas y cuenta exactamente aquello que anuncia en su título. La originalidad es que la historia es autobiográfica y su director, que robó un banco en compañía de otros cuando contaba dieciséis años y luego cumplió por ello cinco de cárcel, saca a toda la familia para que hable bien de él y de su reinserción en la sociedad. También a la fiscal de menores, a un señor que estaba en el banco cuando el atraco y a sus dos compinches. Todo ello en modo coñazo monocorde y cansino. Hay que tener un ego del tamaño de la polla de Mandingo para creer realmente que tu historia pueda interesar a la gente hasta el punto de aguantar (escasa hora y media, por fortuna es corta) esta crónica rutinaria y rudimentaria que parece sacada del más infame manual de autoayuda y superación personal. Que sí, Darius, que antes eras malote y en la cárcel estudiaste mucho y ahora eres un buen chico. Qué culpa tendremos nosotros de ello. Produce el asunto Spike Lee, que se ve que no tenía nada mejor que hacer aquella tarde y le dio por ahí.
Evolution Of A Criminal, de Darius Clark Monroe. Trailer.

Adèle Haenel y Kévin Azaïs en Les combattants
Menos pretenciosa pero infinitamente más disfrutable es la cinta francesa Les combattants, crónica iniciática y juvenil ambientada en verano y en un bosque. Como la norteamericana The kings of summer (Gijón, 2013) pero mucho mejor del inicio al fin. Llama la atención que Les combattants concurse en la Sección Oficial, porque me da que no tiene opción de rascar ni la pedrea, pero su estimulante ligereza ayuda a sobrellevar el cansancio acumulado ahora que hemos superado ya la mitad del certamen. Arnaud y Madeleine empiezan con mal pie pero, tras un interludio protocastrense que acaba raro, cambian las tornas entre ellos. Los jóvenes Adèle Haenel y Kévin Azaïs cargan sobre sus hombros todo el peso del relato y lo hacen divinamente. Dinámica y fluida, sus casi cien minutos pasan volando. Thomas Cailley, director y co-guionista debutante, presentó la película en una abarrotada sala de los Cines Centro y mantuvo un breve encuentro con el público al finalizar la sesión.
Les Combattants, de Thomas Cailley. Trailer.
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El filipino Brillante Mendoza es uno de los invitados del certamen gijonés y protagonista de una retrospectiva compuesta por seis de sus largometrajes. Recién aterrizado en la ciudad, introdujo a los espectadores Kinatay, filme del año 2009 por el que consiguió el premio de mejor director en el Festival de Cannes. Kinatay es una cinta chunga que narra un hecho terrible y que busca mediante sus planos eternos y sus secuencias interminables sumergir al espectador en la pesadilla. El uso constante de la cámara en mano también persigue este objetivo. A mí me agota y me aburre casi todo de la película, su naturalismo alegre y forzado del comienzo y su descenso a los infiernos posterior. Como fiel descripción de un suceso, encuentro que lo alarga mucho más allá de lo necesario y en mi caso logra justo el efecto contrario, que me desentienda de la historia y me dé todo igual. Ni formal ni temáticamente alcanza Kinatay a interesarme lo más mínimo. Decepción. A pesar del cansancio, del poco público y de la deserción en masa, Brillante Mendoza se quedó al encuentro con el público.
Kinatay, de Brillante Mendoza. Trailer.
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