jueves, 14 de septiembre de 2006

Match Point, de Woody Allen

Match Point,
de Woody Allen. 2005. ★★★★★

18/11/2005. Kinépolis.

Cada vez soy menos tolerante con el cine de Woody Allen. Y no, no es que ésa haya sido siempre mi actitud a la hora de enfrentarme a sus films. Todo lo contrario. Hubo un tiempo, que ahora me parece tan lejano, en que cada nueva película del genio judío de Manhattan era recibida con emoción por quien escribe. Pero ya digo que esos tiempos han quedado muy atrás y no hay nada en su último cine que consiga emocionarme. Incluso hace un año se me pasó el estreno de Melinda y Melinda y aún hoy no la he visto.

En fechas pasadas había leído con una mezcla de incredulidad y esperanza que Woody Allen había recobrado su mejor forma con Match Point. Dejé pasar unos días desde su estreno antes de ir a verla. Y fui con la esperanza de que lo que había leído fuese realmente cierto, que se confirmase la recuperación de su cine, queriendo volver a sentir la misma emoción que antes me producían sus películas... Pero sólo conseguí que la decepción fuera aún mayor. Y no es que Match Point me parezca peor película que las anteriores de Allen (realmente, es difícil hacer algo peor que Todo Lo Demás o que Un Final Made In Hollywood), sino que creo que si Match Point es, a día de hoy, lo mejor que se puede esperar de su cine, es que éste, definitivamente, ha perdido ya todo su interés.

Match Point me parece, con diferencia, uno de los peores guiones que ha escrito Allen en toda su carrera. La historia de este arribista invitado a la mesa de los ricos, al que termina gustándole tanto el plan, está llena de diálogos torpes e inverosímiles, pero, sobre todo, está llena de personajes y acciones que no tienen otra justificación y otra razón de ser que servir como marionetas a un final teledirigido y previsible desde un principio y que parece lo único que realmente le importa al autor. Como ejemplos de esto que digo y de lo falso que todo me resulta en Match Point podría poner al ¿único? amigo del protagonista, un personaje que sale de la nada en cierto momento de la narración, casi como el amigo ficticio que le llevaba las cervezas a Truman cuando éste estaba deprimido en la película de Peter Weir. ¿Y qué decir del cambio radical que sufre el personaje de Nola Rice a mitad de la película? Dos personajes distintos en dos horas de metraje. O, según se mire, sólo uno, porque el segundo está dibujado con un trazo tan basto que no alcanza ni categoría de tal. Y todo eso pasando por alto el nada despreciable hecho de que un varón heterosexual, incluso siendo tan profundamente idiota como el que interpreta Matthew Goode, deje por decisión propia a una mujer como Scarlett Johansson resulta tan improbable como que George W. Bush obtenga finalmente el Nobel de la Paz.

No todo es malo en Match Point y tampoco le negaré ciertos méritos a la película, méritos que sí me parecen propios del mejor Woody Allen. La metáfora sobre la suerte y la cinta de la red me parece una idea brillante como envoltorio de la trama, pero, como constantemente ocurre en la película, el envoltorio una vez más está por encima del contenido. En el capítulo interpretativo, Scarlett Johansson se come la pantalla en sus primeras apariciones, pero cuando su personaje desaparece por obra y gracia de las manazas del Woody Allen guionista, ella se diluye con él y acaba resultando tan gris como toda la película. Jonathan Rhys Meyers no consigue en ningún momento modificar su expresión pretendidamente enigmática e inquietante, y resulta tan increíble como jugador de tenis que como ejecutivo de bolsa. Del resto del reparto, poco que decir, pues si los dos protagonistas apenas tienen personajes a los que agarrarse, en el caso de los secundarios es que no hay nada de nada. Es entonces cuando el recuerdo de lo que Woody Allen conseguía antaño con películas casi corales como Hannah y Sus Hermanas apaga toda valoración mínimamente positiva que se pretenda hacer sobre Match Point.

Porque sí, desgracidamente, el cine de Woody Allen sigue hoy en día bajo mínimos, y lo que es peor, con cada vez menos esperanzas, al menos para el aquí firmante, de que pueda producirse ya una resurrección. Sobre todo si ésta se anuncia precipitadamente con trabajos como Match Point.

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