miércoles, 20 de septiembre de 2006
Nubes De Verano, de Felipe Vega
"Y ahora, si me perdonan, vamos a hablar de cine español". Pido prestada la frase que supuestamente pertenece al gran Antonio Gasset para escribir sobre Nubes De Verano, película dirigida por Felipe Vega, con guión del mismo Vega y del escritor y periodista Manuel Hidalgo.
Lo primero que sorprende del filme es que hace una apuesta absolutamente suicida desde el punto de vista económico. El cine español ha llegado a un punto en el que sólo funcionan los blockbusters estilo Torrente (versión cutre) o Alatriste (versión qualité). Uno y otro modelo suelen tener escaso interés pero del resto del panorama fílmico nacional poco se puede decir puesto que su permanencia en la cartelera suele ser apenas testimonial.
Felipe Vega tiene una filmografía reducida que abarca ya tres décadas y que pocas veces ha salido de la clandestinidad comercial. Reconozco mi total y absoluto desconocimiento de la misma. En su momento fui consciente del estreno de Un Paraguas Para Tres pero a las pantallas de mi ciudad nunca llegó y entonces todavía no estaban de moda el DVD ni la piratería de los hombres malos.
Por ello, Nubes De Verano constituye una sorpresa para mí por cuanto su propuesta está bastante lejos de lo que uno puede esperar de nuestro cine. Nubes De Verano está claramente influida, visual y conceptualmente, por el cine del gran Eric Rohmer. Es un cine no tanto de personajes como de tesis, tesis que se expone en boca de los personajes a través de unos diálogos no por inverosímiles menos eficaces. No obstante, Rohmer no hace teatro filmado y Felipe Vega tampoco lo hace con Nubes De Verano. Los personajes tienen sus trascendentes conversaciones sobre las relaciones personales en idílicos y soleados parajes. Pero Felipe Vega y Manuel Hidalgo no se limitan a la simple copia sino que ofrecen ciertas innovaciones sobre el discurso rohmeriano en su película.
Esta es la historia de cinco personajes reunidos durante unos días de verano en un pueblo de la Costa Brava. Una pareja supuestamente feliz (Roberto Enríquez y Natalia Millán) que cae en el juego que les plantea una pareja de primos y residentes en Cataluña (David Selvas e Irene Montalà). Todo ello con el complemento, en ocasiones forzado, del novio de la chica de la segunda pareja (Roger Casamajor). En una película que se sostiene principalmente en los diálogos, el trabajo de los actores es fundamental y en esta ocasión todos cumplen correctamente con una tarea nada fácil.
Como en todo filme de tesis (y Nubes De Verano lo es y mucho), se puede estar de acuerdo o no con el discurso que proponen director y guionista pero, incluso los que no estén de acuerdo, podrán disfrutar con la progresión dramática de una historia que avanza a ritmo de conversación, en la que pasan pocas cosas y las más importantes pasan en off y que, en cojunto, constituye una de los mejores trabajos del últimamente tan denostado cine patrio.
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