Llamando A Las Puertas Del Cielo, de Wim Wenders

Hace algo más de veinte años, la unión artística del actor, escritor y guionista estadounidense Sam Shepard y del director alemán Wim Wenders produjo como resultado Paris, Texas, ganadora de la Palma de Oro en Cannes 1984 y obra maestra indiscutible que conjugaba de forma impecable el insondable desgarro de la historia con la fuerza visual de unas imágenes y sonidos -Ry Cooder también tuvo parte del mérito- cautivadores desde el mismo plano inicial.

Wenders ha seguido desde entonces una carrera desigual, progresivamente decepcionante y casi siempre incapaz de encontrar una historia que estuviera a la altura de su enorme talento para la composición de encuadres y planos poderosos. Dos décadas después, ha vuelto a reunirse con quien le escribiera uno de sus mejores trabajos y aunque el resultado en esta ocasión está bastante lejos de ser redondo, Llamando a las puertas del cielo se sitúa varios palmos por encima del nivel ofrecido por el director alemán en los últimos años.

Shepard retoma en Llamando a las puertas del cielo las historias de abandonos y reencuentros que tan bien explorara en Paris, Texas, centrándose esta vez en la crisis existencial de un actor en declive (interpretado por él mismo) que regresa de forma brusca e inesperada al hogar materno para, quizá, tratar de saldar algunas cuentas pendientes con su pasado. Hijos no reconocidos y amores pretéritos salen a su paso mientras la compañía de seguros trata de poner remedio a su precipitada fuga del rodaje de su último filme.

Wenders parece querer homenajear el trabajo de Edward Hopper ya desde el mismo cartel de la película y consigue demostrar que aún sigue siendo capaz de hacer grandes cosas cuando tiene un guión sólido entre las manos y un reparto de intérpretes tan capaz como el que forman el propio Sam Shepard, Jessica Lange, Sarah Polley, Tim Roth o Eva Marie Saint. Llamando a las puertas del cielo enseña el camino a seguir por Wim Wenders.