lunes, 19 de febrero de 2007

Babel, de Alejandro González Iñárritu

Babel

El mexicano Alejandro González Iñárritu se dio a conocer mundialmente ya con su primera realización. La contundencia de aquellos Amores Perros no dejó precisamente indiferentes a cuantos asistieron al vendaval de furia que suponía su puesta en escena de emociones al límite. Una estructura narrativa similar empleó para su segundo trabajo, 21 Gramos, de nuevo con la colaboración de Guillermo Arriaga en el guión.

En Babel, González Iñárritu y Arriaga dan un paso más en sus brillantes carreras aún manteniéndose muy cerca de sus habituales constantes temáticas y formales. Babel es incluso más ambiciosa que sus predecesoras pero sus creadores consiguen salir más que airosos de una tarea que se antojaba tan difícil como arriesgada.

Se ha dicho y escrito que Babel es un filme sobre la incomunicación. Director y guionista extienden al planeta entero la metáfora que señala el título e interconectan las dramáticas historias de un conjunto de personajes separados por miles de kilómetros y unidos por los invisibles lazos de un azar casi siempre trágico. La mezcla de idiomas (Babel es una película que pierde casi todo su sentido si se ve doblada), hábitos y costumbres de los habitantes de los distintos lugares en que discurre la acción se complementa también con otros discursos paralelos, siendo quizá el más importante el que trata con pesimismo las relaciones paterno-filiales y el mundo que los primeros están legando a los segundos. No es una casualidad que Iñárritu dedique la película a sus dos hijos.

Babel, como siempre ocurre con el cine del director mexicano, no es un trabajo agradable de ver. Iñárritu se está haciendo un maestro a la hora de reflejar la angustia en una pantalla de cine. Su nuevo trabajo continúa por la misma senda abierta por Amores Perros y 21 Gramos y cuenta con un puñado de secuencias ejemplares en este sentido que se benefician de las grandes interpretaciones de Brad Pitt, Cate Blanchett y, por encima de todo el reparto, Adriana Barraza.

Algunos han acusado a la pareja creativa de Babel de abusar en exceso de una fórmula que, aunque efectiva, empieza a dar muestras de agotamiento. No es ese mi caso y me confieso rendido admirador de una película estupenda, enormemente coherente en su enhebrado de acontecimientos y llena de momentos tan fascinantes como el maravilloso plano final. En cualquier caso, los caminos profesionales de Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga parece que serán diferentes a partir de este título multinominado para la próxima entrega de los Oscars.

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