51 Festival de Cine de Gijón. Gala de Inauguración. [Fuente: El Comercio]
La puesta a la venta de las entradas para la gala de inauguración se adelantó este año como novedad veinticuatro horas. No fue tan novedoso, sin embargo, el que no se pudiera adquirir localidades de patio de butacas, reservado en su totalidad para las "autoridades", siempre poco deseosas de rodearse del populacho. Celebrada por segunda edición consecutiva en el Teatro Jovellanos (tampoco en la clausura volveremos a la Laboral), contó con la popular presentadora asturiana Inés Paz (embutida en un ceñido vestido verde) como maestra de ceremonias, a partir de un guion que intentaba ser gracioso (como casi siempre) y que no lo consiguió (como casi siempre también). Como no es demasiado probable que Pepe Colubi regrese a estas funciones mientras esté Nacho Carballo, esto será lo que toque en el futuro: chistes bastante acartonados e inofensivas pullitas políticamente reivindicativas.
El guion que me han dado es una mierda pero a que os mola mi vestido
Otra cosa que seguramente seguirá tocando en el futuro será la alfombra roja. Si desde las primeras horas de su nombramiento el nuevo director amenazó con ella, superado el furor crítico de los primeros meses, en esta edición ha podido ver cumplidos sus deseos y por el Jovellanos desfilaron figuras de nuestro cine, como si de un Valladolid cualquiera se tratase, como Loquillo, Fernando Trueba, Jorge Sanz o Victoria Abril, además de los homenajeados Carmelo Gómez y Vicente Aranda. Sin entrar a valorar lo merecido o no de dichos premios o las carreras profesionales de todos los invitados (aunque el cantarín barcelonés me resulta especialmente despreciable, al menos se abstuvo de tocar los cojones con alguna soflama "antipiratería"), su publicitada presencia en Gijón es tan absurda e improcedente como que Sitges programara una retrospectiva de Adam Sandler.
Haced como mi amigo Carmelo y no os bajéis discos, que eso es cosa de delincuentes
Carmen Frías, veterana montadora, recibió el Premio Mujer de Cine de manos de Trueba, Fernando Méndez Leite y Patricia Ferreira e hizo un emocionado discurso de agradecimiento. Igualmente efusivas fueron las palabras de Carmelo Gómez, muy aplaudido al acordarse de los mineros muertos recientemente en su León natal. Por contra, Vicente Aranda hizo de sí mismo y mostró la actitud displicente hacia los premios de la que acostumbra a hacer gala desde hace décadas. Tras caminar renqueante por el escenario, tocado por una gorra visera cuan pandillero juvenil, despachó el galardón con un escueto "muchas gracias" que dejó descolocados incluso a Jorge Sanz y Victoria Abril. "Haber venido pa esto", podrían pensar.
También compareció sobre las tablas del Jovellanos el homenajeado realizador francés Jean-François Laguionie, así como Patrice Leconte (al que se le hizo entrega de la mención especial del pasado año por Le magasin des suicides) y el resto de miembros que componen el Jurado Internacional, del que ejerció como portavoz la joven actriz Aida Folch. Inés Paz continuó como buenamente pudo con el guion de pesadilla que le entregaron y tras unos interminables noventa minutos se dio por concluida la ceremonia. Y sin otra actuación musical al margen de la competente banda de acompañamiento que justificara la excesiva duración.
Richard Madden y Rebecca Hall en una escena de A promise
La película encargada de abrir estos nueve días de cine en Gijón fue la coproducción franco-belga A promise, dirigida por Patrice Leconte. Basada en una novela corta de Stefan Zweig, es una suerte de triángulo amoroso ambientado en Alemania en tiempos previos a la Primera Guerra Mundial y formado por un adinerado industrial gravemente enfermo, su joven y guapa esposa y el brillante y apuesto ingeniero que acaba de ser contratado en la fábrica. Todos los personajes protagonistas son alemanes pero, en aras de la comercialidad de la cinta, hablan un exquisito inglés. Fría y premiosa, A promise es previsible desde el primer al último minuto y su innegable brillantez formal e interpretativa no la llevan más allá de la corrección.
[Fotos de Luis Sevilla para El Comercio]
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