domingo, 18 de noviembre de 2018

56 Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 2)



Les faux tatouages, de Pascal Plante. Enfants Terribles.
La prière, de Cédric Kahn. Sección Oficial.
In fabric, de Peter Strickland. Crossroads / Géneros Mutantes.



Les faux tatoages, de Pascal Plante. Trailer.

Casi como sucediera el año pasado por estas mismas fechas, empezamos la primera jornada completa del Festival Internacional de Cine de Gijón con una pequeña producción canadiense perteneciente a la sección Enfants Terribles. Les faux tatouages, dirigida por el debutante Pascal Plante, es una historia que con leves variaciones hemos visto seguramente millones de veces en pantalla pero que a estas alturas aún sigue resultando efectiva, aunque ello suponga suspender la incredulidad más de la cuenta. Aquí Chica-conoce-chico en unas circunstancias un tanto particulares e inverosímiles y durante los días que quedan del verano se enamoran y se enfrentan a una inminente separación por causas de las que se nos van dejando pistas suficientes pero sin caer en la sobrexplicación. Probablemente el filme hubiera necesitado de más escenas para que la química entre su joven pareja protagonista (Rose-Marie Perreault y Anthony Therrien) brillara aún más pero a cambio tenemos un resultado de lo más satisfactorio en su humildad y falta de pretensiones, que se hace corto y deja una sensación agradable.


Rose-Marie Perreault y Anthony Therrien, protagonistas de Les faux tatouages


Menos agradable resulta en cambio La prière, producción francesa dirigida por Cédric Kahn que se presentó en el último Festival de Berlín y donde su joven intérprete (Anthony Bajon) logró el premio de mejor actor. La historia, que hubiera dado también para incluirla dentro de Enfants Terribles, trata sobre un chico adicto a la heroína que es ingresado en un centro de desintoxicación en el que el desenganche de una droga va unido al enganche a otra. Y es que en esa apacible residencia en la idílica campiña gala el protagonista deberá abrazar a Dios nuestro señor. Mientras al principio parece que el punto de vista del director y sus guionistas va más por la denuncia crítica, mediado el relato el personaje principal cambia drásticamente de conducta (sin que la película explique suficientemente las razones) y la cosa se torna más bien apologética. Pero no. La prière tiene un ritmo narrativo correcto, una tópica construcción de personajes y el resultado final es un producto que acaba siendo irrelevantemente inofensivo. Sus jovenes intérpretes no chirrían en exceso y en el reparto encontramos también al catalán Alex Brendemühl y la aparición estelar de la alemana Hanna Schygulla.


La priére, de Cédric Kahn. Trailer.

Después de comprobar que los Cines Centro han sido definitivamente sustituidos por otro puto gimnasio, descarto High life sin demasiados remordimientos en favor del baloncesto y remato una jornada en imparable cuesta abajo con la producción inglesa In fabric, cuarta película del para mí hasta ahora desconocido Peter Strickland, que también forma parte, como la película de Claire Denis, de la sección compartida con el Festival de San Sebastián (Crossroads). La protagoniza Marianne Jean-Baptiste, veintidós años después de Secretos y mentiras.

En general no me gusta el cine británico. Estoy en contra de las etiquetas por lo que reconozco que éste es un prejuicio bastante indefendible pero al mismo tiempo conozco mucha gente a la que tampoco le gusta el cine francés, lo que vendría a ser igual de injustificable. Tampoco me suele gustar el cine italiano. Y el giallo directamente lo aborrezco. La pregunta entonces sería cómo he terminado viendo una película inglesa que homenajea a este subgénero que detesto. No tengo respuesta. In fabric me resulta irritante casi desde su mismo inicio y su desarrollo progresivamente más delirante no hace nada por aliviar esa sensación. Encima es larga como un domingo sin dinero. Su pretendido humor me hace la misma gracia que un niño muerto, sus caricaturescos personajes me resultan odiosos, incluso cuando la protagonista es sustituida a mitad de metraje por otro igual de insufrible. No me interesa nada de lo que me cuenta, ni todas sus referencias, ni su supuesta crítica social. Pero asumo que el problema es mío.


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