miércoles, 20 de noviembre de 2019

57 Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 5)



Le milieu de l'horizon, de Delphine Lehericey. Crossroads.
El trabajo, o a quién le pertenece el mundo, de Elisa Cepedal. Sección Oficial.
El viaje de Lillian, de Andreas Horvath. Sección Oficial.



Le milieu de l'horizon, de Delphine Lehericey. Trailer.

Según avanza el Festival de Cine de Gijón mejora más el tiempo que el nivel de las películas. En esta segunda jornada consecutiva en la que no salimos del Teatro Jovellanos no se puede decir que nuestra selección de títulos haya sido especialmente afortunada. Esperábamos más de Le milieu de l'horizon, producción suiza dirigida por Delphine Lehericey y protagonizada por Laetitia Casta, que tras pasar por el último Festival de San Sebastián se enmarca dentro de la sección Crossroads del FICX. La cinta es un relato de iniciación con joven protagonista que durante el verano de 1976, mientras ayuda a su irascible padre granjero en las tareas propias de la granja, descubre de golpe la adultez cuando su madre se lía con una amiga del club de lectura y una adolescente le pone ojitos. No pasan muchas cosas más. Entre paseos en bici y el cuidado de los pollos (hay que ver qué mal lo pasan esos pollos) se nos va la hora y media sin que ninguna sorpresa destacable salga a nuestro encuentro en un filme sin frío ni calor.


Una imagen de El trabajo, o a quién le pertenece el mundo, de Elisa Cepedal

Salimos y entramos del Jovellanos para la proyección dentro de la Sección Oficial a concurso de El trabajo, o a quién pertenece el mundo, propuesta localista, aunque hablada en inglés, de esta edición del FICX. La motivación de la cinta de Elisa Cepedal, natural de Barredos pero residente en Londrés desde hace 14 años, es el fin de la minería en Asturias y su propuesta consiste esencialmente en una narración en off de la cronología histórica de ésta con unos textos que parecen sacados de la Wikipedia y que se ilustran con unas imágenes tan muertas como las minas y que incluyen unas señoras jugando al bingo, unos paisanos sentados a la puerta de un bar, unos productos pasando por la cinta de caja de un supermercado and so on. Entre medias hay un extracto larguísimo de una película de los años treinta en la que unos personajes debaten coloquialmente sobre los principios del capitalismo y al final un trozo de asamblea minera en la que los supuestos protagonistas del asunto tienen voz por primera vez. El trabajo, o a quien le pertenece el mundo tiene un título más largo que su metraje pero ello no impide que en su escasa hora de duración uno se haga cruces en la butaca preguntándose el porqué de este sinsentido y, sobre todo, el porqué de su presencia en la Sección Oficial.


Cerramos la jornada con la película austriaca El viaje de Lillian, precedida de buenas opiniones y presentada en el Jovellanos por su director, Andreas Horvath, y su protagonista femenina, la polaca Patrycja Planik. El filme es una suerte de remake inconfeso de Hacias rutas salvajes, la adaptación que Sean Penn hizo hace más de una década del estupendo libro de Jon Krakauer. También se basa en un hecho real de parecido desenlace pero donde allí había un intento de comprender las motivaciones que llevaron a un tipo aparentemente normal como Christopher McCandless a emprender su alocada aventura, en este caso no hay deliberadamente ningún esfuerzo por intentar entender a su personaje central y sí un interés por documentar su viaje, centrándose fundamentalmente en los paisajes y personas que salen a su paso.

Para que todo sea más cinematográfico, pero también más previsible, el itinerario incluye una buena representación del medio oeste de los Estados Unidos y ese tono condescendiente con el que se retratan sus santurrones carteles de autopista, sus fiestas, rodeos y desfiles o sus orondos agentes del orden. El recorrido de Lillian es completamente inverosímil y aunque la película ofrece unas cuantas imágenes poderosas de los impresionantes escenarios naturales por los que atraviesa, convenientemente reforzadas por el uso continuado de la música, el filme se hace demasiado largo y termina con una secuencia prescindible e irritante a partes iguales. Pero, incluso con todos sus defectos, es de lo mejor de lo que llevamos de Sección Oficial.


El viaje de Lillian, de Andreas Horvath. Trailer.

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