
A light that never goes out, de Lauri-Matti Parppei. Retueyos.
Blue heron, de Sophy Romvari. Sophy Romvari.
El gran arco, de Stéphane Demoustier. Albar. Clausura.
A light that never goes out, de Lauri-Matti Parppei. Trailer.
Se termina otra edición del Festival de Cine de Gijón y lo hace con un balance desigual entre los títulos seleccionados, por lo que este año no será para mí uno de los más memorables. Tenía bastantes esperanzas puestas en que esta última jornada mejorara el nivel medio pero tanto la finlandesa A light that never goes out como la canadiense Blue heron no solo no han cumplido mis expectativas sino que han sido sonoras decepciones.
Empezamos la tarde haciendo nuestra última visita a los Ocine. A light that never goes out, dirigida por Lauri-Matti Parppei, amplia su cortometraje homónimo que, teniendo en cuenta el resultado, maldita la falta que hacía. Con una mezcla supuestamente explosiva de personajes de caracteres opuestos, todo aquí me resulta enervante, empezando por la música estrafalaria que produce este singular conjunto y terminando con el previsible y lastimero momento final.
Blue heron, proyectada también en los Ocine, está escrita y dirigida por Sophy Romvari, miembro del Jurando Internacional de este #63FICX, y cuenta una historia seguramente muy personal y autobiográfica. Pero, por esa obsesión de abordar estos argumentos cuando se carece de la experiencia y el oficio necesarios para llevarlos a buen puerto, Romvari naufraga en sus intentos de conectar con el espectador mediante una puesta en escena de lo más fría, primando angulos de cámara absurdos y secuencias vacías e innecesarias en detrimento de una mejor y más sentida aproximación a sus personajes. El artificio que la autora se saca de la chistera en el tramo final, lejos de aumentar el interés, acaba hundiéndolo aún más.
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Realizamos nuestra última pateada desde los Ocine hasta los Yelmo para poner el cierre al certamen gijonés con la película seleccionada como cinta de clausura. La producción francesa El gran arco, dirigida por el para mí desconocido Stéphane Demoustier, no parecía sobre el papel particularmente atractiva pero, contra todo pronóstico, ha terminado siendo una de las más disfrutables de este irregular FICX y supone un destacado punto final.
Aunque han pasado cuarenta años desde entonces, no tenía ni idea de las muchas vicisitudes que rodearon la compleja construcción del famoso Arco de La Défense parisino, que visité por primera y única vez en 1998. El filme de Demoustier narra la historia de forma voluntariamente clásica y consigue hacer creíbles a los personajes que la habitan, de forma que el espectador vive la peripecia casi como si de un thriller se tratara. Al mismo tiempo, la película es también un homenaje al arquitecto danés que lo diseñó, Johan Otto von Spreckelsen, el desconocido al que hace referencia el título original, un papel que interpreta el actor Claes Bang, acompañado entre otros por Swann Arlaud y por el también realizador y guionista canadiense Xavier Dolan.
El gran arco, de Stéphane Demoustier. Trailer.
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