domingo, 20 de noviembre de 2011

49 Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 2)



Play, de Ruben Östlund. Sección Oficial.
Five Time Champion, de Berndt Mader. Enfants Terribles.




Tiene una nota muy respetable en la Internet Movie Database, un argumento que a priori parecía interesante y las buenas referencias de su paso por la Quincena de Realizadores del último Cannes. Pero sin embargo Play es una mierda como la manga de un abrigo. La (interminable) presentación que realizó su director sobre el escenario del Teatro Jovellanos (acompañado de la productora y de uno de los actores adultos, pero a ellos no les dejó abrir la boca) ya anticipaba lo peor. Ruben Östlund no parecía confiar mucho en la capacidad de expresión de su película y se tiró un buen rato dando la chapa al público gijonés. Como quiera que Play dura 118 minutos se ve que la contención y la síntesis no van con el director sueco. El filme se inicia con un largo plano (el primero de los muchos que luego vendrán) con la cámara fija observando a un grupo de chavales en un centro comercial. La duración de la secuencia confirma que el ritmo trepidante y el montaje acelerado no van a ser algunas de las características de la historia. Unos pardillos (blancos rubísimos, aunque también hay un chino que toca el clarinete para dar la nota integradora) son asaltados por unos malotes (sucios negros inmigrantes) y se inicia un tour de force de acoso (o bullying, si optamos por emplear el anglicismo tan de moda en los últimos tiempos) que dura prácticamente la totalidad del inacabable metraje. Como si de un corto alargado se tratase, Play resulta repetitiva hasta el agotamiento. También molesta, desagradable y profundamente abyecta en su forma y fondo. Se merece todos los (des)calificativos que a uno se le ocurran. No encuentro absolutamente nada que salvar de ella. Lo mismo pilla cacho en el palmarés final.


Play. Trailer.

Five time champion también tiene un protagonista juvenil que las pasa algo canutas y, como Play, también está rodada en vídeo digital pero ahí se acaba cualquier paralelismo con la película sueca. Berndt Mader, presente en los Cines Centro para introducir su filme y para participar en un encuentro con el público, se expresa bastante mejor que Östlund (al que el diablo confunda), tanto con las palabras como con la cámara. Su realización es un trabajo amable sobre los problemas de identidad de un adolescente que parece encontrarse en una encrucijada decisiva de su vida. La figura del padre ausente, sobre el que se escuchan rumores de homosexualidad, ejerce una influencia desde la distancia en las relaciones del protagonista con su novia, pero también con su futurible padrastro (o padrastros) e incluso con sus abuelos. Su inconformismo y progresivo cabreo acabarán reconduciéndose gracias a un guion no especialmente original ni especialmente brillante pero sí simpático, cercano y entrañable que al menos sirve para olvidar parcialmente lo que habiamos visto poco antes. Los intérpretes cumplen más que sobradamente y Five time champion termina por ser un título definitivamente reivindicable. Berndt Mader, director debutante, contestó en un más que digno castellano todas las preguntas que le realizaron los espectadores que se quedaron al final de la proyección. Explicó, entre otras cosas, que el guion de su película surgió de la fusión de dos historias independientes (la del protagonista juvenil y la de sus abuelos) que unió para hacer su primer largo y explicitó algunas de las metáforas que incluye su filme.



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Claramente no gozas mucho del buen cine. Si tus quejas van por la poca capacidad de síntesis o por la larga duración de los planos, te recomiendo ir a ver Rápido y Furioso. Por otro lado, tampoco captaste la complejidad de los personajes, etiquetar irónicamente a los niños imnigrantes como "sucios negros inmigrantes" (asumo que entendiste que el director intentaba representarlos de esa manera) denota tu poca capacidad de empatía con los personajes, puesto que, supongo yo, el final de la película misma te hace cuestionarte si estos personajes eran tan MALOS como se creía.

William Conway dijo...

Te felicito porque puedas sacar conclusiones tan categóricas sobre mi incapacidad para "gozar del buen cine". Parece que tienes un concepto clarísimo de lo que es cine bueno y lo que no. No sé cuál es Rápido y Furioso y si algo no me gusta son precisamente los planos rápidos y el montaje acelerado y videoclipero tan de los últimos años pero, al mismo tiempo, el plano fijo de 10 minutos sobre algo que no tiene ningún interés lo encuentro igualmente insoportable. En el caso de Play, la película está llena de ellos y dura dos horacas que podrían ser tranquilamente 80 ó 90 minutos. No es que yo no captara la complejidad de los personajes, es que los personajes NO SON COMPLEJOS. Son putos niños y su representación no es compleja, sólo es cansina y coñazo. Es difícil sentir empatía por esos "personajes", sí. De hecho, es que no llegan casi ni a personajes, ¿qué sabemos de ellos? Nada, no se explica nada, la película dura infinito pero sólo para seguir a los niños en el autobús, andando por el campo o haciendo el cafre. ¿Qué coño de empatía vas a sentir por unos personajes trazados así? Y el final, en mi humilde modo de ver, no hace cuestionarse nada: los niños negros se van a ponerse tibios con el dinero mangado comiendo pizzas de kabab asquerosísimas y pringándose enteros mientras que el chino clarinetista va su clase a seguir tocando el clarinete. Y entremedias los adultos WASP quieren curtir a los inmigrantes por ladrones y malos al tiempo que unas señoras pusilánimes les afean un poco la conducta pero nada más. Tal como está, la película es racista y xenófoba a más no poder. Y esto podría ser perdonable a medias si al menos estuviera bien contada. Pero no lo está, es un puto mojón insoportable.

En cualquier caso, te agradezo (ahora sin ironías) que me hayas leído y comentado.

Un saludo