El hasta ahora último trabajo del cineasta norteamericano Alexander Payne es esta historia agridulce que recibió hace dos temporadas numerosos elogios llegando incluso, contra todo pronóstico, hasta la final de los Oscars de Hollywood. Probablemente esta circunstancia hizo mucho por el éxito comercial de la cinta pero al mismo tiempo generó un importante grupo de detractores que se encontraron con una película muy diferente a sus previsiones iniciales.
Y es que Entre Copas, un tanto grotesco título castellano para el original Sideways, no es precisamente una comedia que destaque por contener muchas situaciones divertidas. En ocasiones puede llegar a provocar sonrisas pero el trasfondo de lo que cuenta es más terrorífico que cómico. Partiendo de un esquema bastante típico de la comedia, ése en el que dos personajes de caracteres opuestos emprenden un viaje (en esta ocasión físico pero también emocional) en el cual poco a poco van transformándose mutua e interiormente, Alexander Payne construye su esmerado discurso con pulso firme y extiende su narración hasta más allá de las dos horas, una duración poco habitual para una comedia.
Miles (Paul Giamatti) y Jack (Thomas Haden Church) son amigos y eso es quizá lo más difícil de justificar de todo el filme. Sus caracteres son tan distintos que parece imposible que esa discusión que tienen apenas iniciada la película no la hubiesen tenido mucho antes en su larga amistad. El viaje que emprenden por los viñedos californianos la semana antes de que el segundo se case sirve como pretexto para juntarlos y enfrentarlos a su vez a dos personajes femeninos casi tan opuestos entre sí como lo son ellos mismos. Pero los polos opuestos unas veces se complementan. Y otras veces no.
La película da lo mejor de sí misma gracias al buen dibujo de los personajes y al aún mejor trabajo de los actores, especialmente unos inmensos Paul Giamatti y Virginia Madsen, ambos candidatos al Oscar aunque al final ninguno fuera premiado. Sí lo fue Alexander Payne en la categoría de guión adaptado, galardón sin duda más que merecido por su brillante labor que originó esta brillante película.
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