domingo, 11 de febrero de 2007
Las Partículas Elementales, de Oskar Roehler
El escritor francés Michel Houellebecq (Saint Pierre, Isla de Reunión, 26 de febrero de 1955), se ha labrado una de las carreras literarias más contundentes y provocativas de los últimos tiempos. Desde que en 1994 publicara Ampliación Del Campo de Batalla, crónica bastante deprimente de su años de trabajo en la industria informática, sus textos polémicos, excesivos, ambiciosos y casi siempre brillantes le han proporcionado seguidores y detractores que le han situado en una posición de privilegio en la narrativa contemporánea.
Publicado en 1998, Las Partículas Elementales fue considerado el mejor libro del año por la revista Lire y galardonado con el Premio Novembre. En su segunda novela, Houellebecq desataba su furia a través de la historia de dos hermanastros con trayectorias vitales tan diferentes como complementarias. En paralelo a las crónicas del desencanto de las vidas de Michel y Bruno, el futuro autor de Plataforma ofrecía casi un tratado sociológico y se aventuraba incluso en los terrenos de la ficción científica en su intento de trascender la pequeña historia y abarcar la Historia con mayúsculas. A pesar de todo, Las Partículas Elementales me parece un libro parcialmente fallido por su tono en ocasiones categórico y casi siempre sobrado de ambiciones.
Más allá de su valía literaria, la adaptación al cine de la novela se antojaba casi imposible y, de serlo, ésta debería ser despojada de buena parte de su apabullante torbellino de ideas. El director alemán Oskar Roehler ha cometido la osadía de enfrentarse al proyecto cinematográfico y el resultado obtenido, sin llegar a resultar deslumbrante, es bastante estimable.
Roehler se ha centrado en la historia concreta del libro y prescindido de la abstracta. Así, la película se limita a mostar las vidas de Michel y Bruno, hijos ambos de una madre hippie que los dejó al cuidado de sus abuelas paternas siendo casi unos niños. Mientras Michel es ahora un científico brillante, introspectivo y casi asexuado, Bruno es un obseso sexual frustrado en su matrimonio. Roehler altera la cronología de los hechos original de Houellebecq y logra acertar en este punto, por cuanto los acontecimientos narrados en el filme parecen tener más unidad que en el libro de partida. Igualmente altera la conclusión, no por ello menos dramática.
La película se resiente, en cambio, de la equivocada elección e interpretación del Christian Ulmen, poco apropiado para un papel que no parece comprender. Franka Potente da vida a la sufrida Annabelle y su personaje, lo mismo que en el libro, queda bastante peor dibujado que los protagonistas masculinos. Moritz Bleibtreu, por su parte, ofrece un Bruno más que convincente que contribuye a hacer que Las Partículas Elementales constituya una adaptación más que digna del complejo original.
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