jueves, 8 de febrero de 2007

Twin Peaks, de David Lynch y Mark Frost



Estoy volviendo a ver Twin Peaks, la famosa serie televisiva creada por David Lynch y Mark Frost a comienzos de la pasada década y que en España emitió, entre Mama Chichos, VIPS varios y Las Noches de Tal y Tal, aquella televisión entonces modelo de elegancia, clase y gusto exquisito llamada Tele 5.

La vuelvo a ver muchos años después en una infame edición en DVD comercializada en 2003 por Manga Films que merecería, si este fuese un país civilizado y serio, que al responsable de semejante chapuza le hubiesen encarcelado de por vida y que en la cárcel hubiese sido empalado por el miembro de un garañón especialmente bien dotado.

En lugar de eso, el lamentable pack se vendió con normalidad al abusivo precio de 80 de los modernos euros en una calidad de imagen similar al VHSRip o TVRip. Bueno, no similar: es que era VHSRip. Pero si eso no fuera suficiente, en algún capítulo hay cortes y saltos en la imagen sin otro motivo justificable que el timo que estos ladrones perpetraron con diurnidad, alevosía y sin complejo de culpabilidad. Recientemente ha salido a la venta una nueva edición, a cargo de Paramount, que sin duda mejorará el nivel ofrecido por su vergonzante predecesora.



Tratando de obviar este pequeño problema, ajeno a sus creadores artísticos, y centrándonos en la serie en sí misma, es una pena que no le hubieran echado el cierre cuando debían y que la prolongaran hasta lo indecible con el único propósito de meter anuncios entre medias de cada capítulo durante el mayor tiempo posible. Sólo así puede explicarse su imparable decadencia final, parcialmente aliviada por el gran delirio visual y conceptual de su último episodio, o la aparición gratuita e innecesaria de personajes marcianos como el interpretado por el David Duchovny anterior a Mulder.

Si podemos obviar también eso, quedarán para siempre un puñado de momentos gloriosos y de escenas impactantes que tuvieron su punto cumbre de interés en el final de la primera temporada y que ofrecían la peculiar investigación por parte de las autoridades locales y un agente especial del FBI del asesinato de la ya célebre Laura Palmer, cometido en el muy maderero y pintoresco pueblo de Twin Peaks, virtualmente ubicado en el estado de Washington, a pocos kilómetros de la frontera canadiense.

Twin Peaks es un poco como Lumberton llevado al extremo. Y la idea de la que parte la serie es también como una versión estilizada y suavizada para la televisión -y enlazadas a través de la última imagen de la una y la primera de la otra- de Terciopelo Azul, la masterpiece de Lynch, rodada sólo cuatro años antes. Los habitantes de Twin Peaks, como los de Lumberton, también parecen ser tremendamente felices en su vida cotidiana, aunque estén en su mayor parte como una regadera.

El asesinato de la joven Laura y la llegada al pueblo del agente especial del FBI Dale Cooper desencadenan la trama central, continuamente salpicada, a veces con mejor y otras veces con peor fortuna, por elementos más propios del medio y género en el que se inscribe, como las relaciones personales de un buen número de caracteres secundarios con poca o ninguna relación con los principales, formando de esta forma un todo heterogéneo y disperso.



El agente Cooper, convertido también en otro icono de la televisión, empleaba unos métodos deductivos cuando menos originales que llevaban el argumento a un territorio fantastic, bastante chocante con el tono de sucia realidad que apuntaba el episodio piloto. El tono sobrenatural de lo narrado fue parte importante de su éxito pero quizá también contribuyó a su fracaso final por cuanto permitió al grupo de guionistas de la serie una libertad y un todo vale bastante molesto en ocasiones. Pero siempre es mejor quedarse con lo bueno.

La serie posibilitó una fama más bien efímera para la mayor parte de los integrantes del reparto. La irregular carrera de Kyle MacLachlan no se benefició precisamente de la popularidad de su personaje. Y las jóvenes actrices de Twin Peaks, como Sheryl Lee, Mädchen Amick o Sherilyn Fenn tampoco conseguirían abrirse camino fácilmente en la pantalla grande, siendo Lara Flynn Boyle la única que obtuvo una cierta continuidad en sus posteriores trabajos cinematográficos.

Es imposible hablar de Twin Peaks sin mencionar la maravillosa música que Angelo Badalamenti compuso para la ocasión y que ha sobrevivido a los años y a las parodias sobre la serie. Badalamenti, músico que ha acompañado casi siempre a David Lynch en su carrera, dio muestras aquí una vez más de su inagotable talento y la voz de Julee Cruise hizo el resto, como también ocurría en Terciopelo Azul, en varios de los cortes vocales de la imprescindible banda sonora de la serie.

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