martes, 21 de abril de 2009

Gran Torino, de Clint Eastwood

Gran Torino,
de Clint Eastwood. 2008. ★★★★★

09/03/2009. Kinépolis.

Clint Eastwood prosigue en Gran Torino su constante reinterpretación del icónico personaje cinematográfico construido durante la primera etapa de su larga carrera. Después de haber iniciado el camino revisionista en la crepuscular Sin Perdón, realizada hace ya casi 20 años y en donde ponía en cuestión la mítica figura del forajido del Oeste, ahora parece haberle tocado el turno al pistolero urbano emparentado con el Harry Callahan que interpretó a lo largo de cinco películas de decreciente interés.

Estrenada en España apenas dos meses después de El intercambio, la película ha provocado reacciones encontradas que van desde quienes la acusan de ser poco más que un telefilme bien (o mal) rodado hasta quienes ven en ella la obra maestra definitiva del realizador. Si bien es cierto que parecen abundar más los partidarios de la primera tendencia, Gran Torino se encuentra por derecho propio entre los trabajos importantes de Eastwood, lo que a estas alturas es mucho decir.


Gran Torino. Trailer.

Clint es aquí Walt Kowalski, un anciano amargado que acaba de perder a su esposa, con dos hijos adultos con los que le cuesta relacionarse y con unos nietos a los que no comprende. Kowalski es un anacronismo y ello le permite, durante la primera parte del metraje, comportarse y hablar casi como el sargento Thomas Highway. El barrio (y el mundo) en el que ha vivido toda su vida está cambiando y el cambio no le gusta. Refugiado en su interminable provisión de Pabst Blue Ribbon, Walt se sienta en su porsche a ver pasar las horas y comprobar como su calle se ha llenado de amarillos como los que había en Corea, aquella guerra olvidada en la que combatió hace casi cincuenta años.

Pero ese discurso no emparenta con el actual Eastwood y el guión contiene los suficientes giros como para acabar por darle la vuelta al personaje a través de la relación que se establece entre éste y sus dos jóvenes vecinos de ascendencia oriental para los que Kowalski acaba siendo la figura paterna que no ha conseguido representar ante sus propios hijos. Gran Torino entronca en este punto con Million Dollar Baby, con la que además comparte también la peculiar relación entre el protagonista y la iglesia católica, representada otra vez por la figura de un insistente sacerdote que intenta reconducir al rebaño a la oveja díscola.

Clint Eastwood en un fotograma de Gran Torino
Clint Eastwood en un fotograma de Gran Torino

La película ofrece una prueba más del talento cinematográfico de Clint Eastwood, ascendido indudablemente a los altares de la historia del cine en un número amplio de facetas que aquí vuelve a incluir la musical, firmando nuevamente en solitario la banda sonora y componiendo junto a su hijo Kyle la canción que cierra el filme y que interpreta Jamie Cullum, con quien repite colaboración después de La vida sin Grace.

Se anuncia Gran Torino como la última aparición de Clint Eastwood delante de las cámaras, letanía que se lleva escuchando precisamente desde los tiempos de Sin Perdón y que a fuerza de repetirse (y de que pasen los años) acabará por hacerse una triste realidad. Por si acaso, seguiremos esperando impacientemente la siguiente.


Jamie Cullum - Gran Torino

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