jueves, 19 de enero de 2012

Sobre la destitución de José Luis Cienfuegos (I)



El pasado miércoles 11 de enero se anunció de forma sorprendente (o quizá no tanto) la destitución de José Luis Cienfuegos (Avilés, 1964), director del Festival Internacional de Cine de Gijón desde 1995, y su reemplazo por Nacho Carballo (Gijón, 1972). Siguiendo el manual de estilo por el que se rige actualmente la política municipal gijonesa, lo avisaron poco antes de hacerlo público y presentar a su sustituto. Y todo ello en el año del cincuentenario del festival. La noticia pronto causó un gran revuelo en las redes sociales y en los ambientes cinéfilos y sobre la misma ya se han vertido estos días muchas opiniones y escrito numerosos artículos. A continuación se recoge una muestra de algunos de ellos:

Don Pelayo contra la cultura, por Borja Hermoso. elpais.com
Por hacer las cosas bien, por Luis Martínez. elmundo.es
Una muerte anunciada, por Miguel Barrero. lavozdeasturias.es
La cultura herida, por Borja Crespo. elcorreo.com

Pequeño homenaje a un gran director: José Luis Cienfuegos, por José Luis Rebordinos

Manifiesto del mundo de la cultura en apoyo de José Luis Cienfuegos

El affaire de los Cien Mil Fuegos, por Isaki Lacuesta
Xixón no tiene lo que se merece, por Xabel Vegas

Cómo acabar de una vez por todas con el FICXixón, por Diego Cuevas
FICX. Primeras impresiones con sabor a confirmación, por Enrique del Teso

Algunos incluso se manifiestaron en la calle al día siguiente:

Cerca de mil personas se concentran contra la destitución de Cienfuegos

Y el propio protagonista de la noticia expuso su versión pasado un par de días:

Comunicado de José Luis Cienfuegos

Por tanto, poco más se puede aportar desde aquí que no se haya dicho antes y mejor pero vamos a dejar constancia de nuestra opinión, que ya se sabe que todo el mundo tiene una. Lo que pasa es que algunas son más fundadas que otras.

José Luis Cienfuegos llegó a la dirección del Festival de Cine de Gijón en el año 1995, siendo entonces alcalde de la ciudad el socialista Vicente Álvarez Areces. Cienfuegos, hasta entonces programador de la Obra Social y Cultural de Cajastur (fue, por ejemplo, el responsable del magnífico ciclo dedicado a Aki Kaurismäki - El Cine de la Caja, Nº36. Noviembre de 1993) y columnista de la prensa local. Sustituía en el cargo al escritor Juan José Plans, director del certamen gijonés entre las ediciones de 1988 y 1994. Entre las razones, nunca del todo aclaradas, de aquel relevo se adivinaba el malestar político causado por el anuncio de la presencia en Gijón de ciertas estrellas que luego nunca aparecieron. En la edición de 1994 el Festival había adelantado un sección, llamada Europa: The Movie Star, que en un principio iba a estar compuesta por una serie de títulos del viejo continente y cuyas estrellas protagonistas visitarían la ciudad. El ciclo finalmente acabó reducido a sólo dos: Madregilda y The long shadow, y las estrellas que deberían haber pasado por Gijón se quedaron reducidas a Juan Echanove (ese año era el presidente del Jurado Internacional) y Michael York. Aceptando a York como "estrella" (muy apagada ya incluso en el año 1994), el actor británico (que también iba a forma parte del Jurado) ni siquiera acudió a la cita y todo lo que vimos en Gijón de él fue un vídeo en el que se disculpaba por su ausencia. En fin, que el promocionado ciclo The Movie Star estaba gafado ya desde su mismo nombre y acabó siendo una fiasco notable. Seguro que algún político deseoso de hacerse la foto se agarró un buen cabreo al respecto (el mismo concejal del ramo de la época, Daniel Gutiérrez Granda, afirmó que "faltaron estrellas"), pero como motivo para cesar a Plans se antojaba un tanto peregrino. Es cierto que el Festival por entonces tenía muchos defectos (el anunciado ciclo de John Woo desapareció de la programación -que no del programa- y sólo se proyectó The killer, que no estaba anunciada, y en versión doblada) y que la acogida popular no era precisamente masiva, pero también que en 1994 se mejoraron ciertos aspectos organizativos y por primera vez en Gijón se sustituyeron los molestos auriculares de las traducciones simultáneas por un primitivo pero mucho más funcional sistema de subtitulado electrónico. Como aficionado al cine y a las películas, para mí era mucho más importante esta mejora que la visita frustrada de un Michael York, que poco o nada me interesaba, sobre todo cuando es bien sabido que Michael York o el mismísimo Lucero del Alba hubieran venido a Gijón si el presupuesto hubiera sido el suficiente para permitir tal circunstancia.


Pedro Almodóvar y Nacho Martínez en el Festival de Cine de Gijón en 1994

Así que sí, el Festival de Cine de Gijón ya existía antes de Cienfuegos, como han salido a decir con cierta mala uva estos días los defensores de la defenestración. Y sí, Cienfuegos también fue nombrado a dedo por un político.

La primera novedad introducida por la nueva organización (o puede que fuera impuesta, no lo sé) fue el cambio de fechas. De finales de julio se pasó a finales de noviembre. Yo entonces era estudiante y, lógicamente, tenía más tiempo libre en julio que en noviembre, así que la medida no me hizo muy feliz. En las primeras ediciones, además, las fechas coincidían con las del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, con cierta repercusión de aquella en los medios de comunicación y al que, andado el tiempo, Gijón casi borraría del mapa. Mirando hacia atrás, está claro que al final esa decisión no sólo no fue un error sino una de las razones del indiscutible fortalecimiento del certamen a partir de entonces. En 1995 visitaron Gijón Paul Schrader, Angelo Badalamenti o Stephen Frears. No creo que ninguno de los tres lo necesitase especialmente pero no está de más aclarar que no vinieron "diez días a comer y a vivir gratis de Gijón". Schrader fue protagonista de una completa retrospectiva de toda su obra y Badalamenti, músico de algunas de sus películas y habitual del cine de David Lynch, estuvo presente en la inauguración y en el homenaje al realizador de American Gigoló. Schrader participó también en un encuentro con el público con motivo del pase en el Teatro Arango (ese que ahora no existe) de Taxi Driver. Conviene aclararlo porque el nuevo director parece haber descubierto la idea de los Encuentros con el Público hace quince minutos y querer agenciársela como propia:

"Voy a decir una barbaridad, pero si traigo a Sylvester Stallone, no lo voy a traer para que pasee por la playa. Lo traeré para que tenga un encuentro con el público, hable de cine o de lo que quiera. No vamos a regalar dinero a nadie".

[No vamos a decir tampoco que es sincero, porque sincero no es, pero al menos reconoce que dice barbaridades...]


Nacho Carballo, nuevo director del Festival de Cine de Gijón

No sé la repercusión mediática que tuvo el Festival de Cine de Gijón de 1995. Seguramente escasa. Al fin y al cabo un festival de cine es algo que interesa a relativamente poca gente. En el último Festival de Cannes, El Festival por antonomasia, la ganadora de la Palma de Oro fue El árbol de la vida, una película que entre la masa que va al cine provocó colas pero para salir de la sala en mitad de la proyección. Si eso pasa con la ganadora en Cannes, ¿qué no pasará con las modestas películas independientes que participan en un festival pequeño como el de esta ciudad?

La repercusión cinéfila de la cita, sin embargo, fue más que positiva y la nueva organización pasó con nota la prueba. Se siguieron produciendo ciertas chapucillas organizativas, más que habituales también en los años anteriores a 1995, pero en general todos los cambios fueron para mejor. Y manteniendo una misma línea, vocacionalmente transgresora, provocativa y progresivamente radical, Gijón siguió haciendo ruido durante los años siguientes hasta lograr una consolidación como no había tenido nunca en sus más de 30 años de historia previa, una identidad propia y reconocible en el sobrecargado panorama de los festivales de cine y un incremento constante del público asistente hasta el punto de que ver el cartel de "Entradas agotadas" se fue haciendo cada vez más habitual. Y todo ello con una organización modélica que en los últimos años funcionaba como un reloj. Si uno quería sacar entradas para la inauguración y la clausura sabía cuándo y a dónde acudir. Si se quería sacar el abono o la acreditación, canjearlos, etc, etc, lo mismo. Todo seguía un criterio bien definido y conocido de antemano. Y sólo un necio, un mentiroso o un concejal de FAC (valga la redundancia) puede discutir esta verdad absoluta.

Sí, está claro que Cienfuegos quiso hacer "su" festival. Pero lo importante es que lo hizo bien y, sobre todo, que además "su festival" resultó que gustaba a mucha más gente que el anterior. Las cifras de asistencia que se han publicado ahora son tozudas. Los mismos necios de antes podrán ponerlas todo lo en duda que quieran pero cualquiera que se haya pasado por los Cines Centro o por el Jovellanos en los últimos años -mismamente en noviembre pasado, sin ir más lejos- habrá podido comprobar por su propia experiencia que las salas se llenaban, que las entradas se agotaban y que las colas, en ocasiones (Blue Valentine, Jovellanos, 2010, por poner un ejemplo), daban la vuelta a Begoña.

Entonces, ¿qué razones objetivas había para destituir a José Luis Cienfuegos?

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