viernes, 25 de noviembre de 2016

54 Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 6)



Glory (Slava), de Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Sección Oficial.
Toni Erdmann, de Maren Ade. Gran Angular.


Se acerca el final del FICX54 y la Sección Oficial sigue sin deparar hasta la fecha grandes alegrías. Así las cosas, uno puede conformarse a estas alturas con que al menos no ofrezca demasiadas penas. La búlgara Glory (Slava), dirigida por Kristina Grozeva y Petar Valchanov, responsables también de La lección, pertenece a este último grupo.


Glory (Slava), de Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Trailer.

Ambientada en el presente, guarda ciertas similitudes con la más retro The teacher pero de nuevo asistimos a un abuso de poder por parte de la autoridad y sus representantes sobre un individuo indefenso. La mala malísima en esta ocasión es la jefa de relaciones públicas del ministro de Transporte, una mujer al borde los cuarenta y centrada en su trabajo hasta el extremo de poner en riesgo su relación de pareja. El bueno es un trabajador del ferrocarríl tartamudo que un día se encuentra en plena vía del tren una enorme cantidad de dinero que decide devolver. El homenaje público que recibe acabará dándole a este humilde ciudadano más problemas que otra cosa y como el guion del filme fuerza la situación hasta el límite, todo acaba como se puede esperar. A pesar del retrato tosco y maniqueo de los personajes, o precisamente por ello, la película es disfrutable si uno acude sin muchas pretensiones.


La alemana Toni Erdmann, de Maren Ade, acaba de ganar hace apenas veinticuatro horas el Premio Lux del Parlamento Europeo. Con anterioridad había pasado con buena acogida por los festivales de Cannes, San Sebastián o Sevilla, despertando unas expectativas que el lleno absoluto en su proyección en los Cines Centro parecía confirmar.

Seleccionada por su país para la carrera por el Oscar de habla no inglesa, la película cuenta de modo y manera irreverentes el conflicto emocional entre un padre (Peter Simonischek) y una hija (Sandra Hüller, la Michaela de Réquiem) separados y casi incomunicados por culpa de las servidumbres del trabajo de esta última. Una historia que posiblemente hayamos visto muchas veces pero con la novedad de que aquí el personaje paterno toma unas decisiones muy locas y el filme se arrastra en su segunda mitad por ese mismo camino de locura que no sabemos a dónde nos puede conducir. Haciendo equilibrios entre la genialidad y el ridículo, con una duración excesiva y un final anticlimático, Toni Erdmann no hace prisioneros ni deja a nadie indiferente, aunque en mi opinión venda más ruido que nueces.


Toni Erdmann, de Maren Ade. Trailer.

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