viernes, 23 de noviembre de 2018

56 Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 7)



Tarde para morir joven, de Dominga Sotomayor Castillo. Sección Oficial.
Wildlife, de Paul Dano. Sección Oficial.
Under the Silver Lake, de David Robert Mitchell. Pase Especial / Géneros Mutantes.




Tarde para morir joven, de Dominga Sotomayor Castillo. Trailer.

Primer madrugón de verdad para repetir visita a la Antigua Escuela de Comercio donde en la mañana del jueves se proyecta Tarde para morir joven, una coproducción dirigida por la chilena Dominga Sotomayor y que compite dentro de la Sección Oficial del Festival de Cine de Gijón.

Por razones que ahora me resultan del todo absurdas, tenía depositadas bastantes esperanzas en este filme, aunque el Premio de Mejor Dirección recibido en Locarno debería haber hecho saltar las correspondientes alarmas. En Tarde para morir joven aparecen muchas personas (un guirigai de niños y adultos jipiescos que celebran unas navidades allá por el año 1990) pero pocos personajes. Y además apenas se les entiende a ninguno de los intérpretes, víctimas de una dicción y un sonido manifiestamente mejorables. Quien tiene más peso en esta historia mínima es Sofía (papel interpretado por el ahora actor trans Demian Hernández), pero todo es tan leve que nunca llega a interesar realmente, aun notándose el componente autobiográfico.



Wildlife, de Paul Dano. Trailer.

Richard Ford es un escritor tan brillante como complicado de adaptar al cine. El punto fuerte de sus obras está siempre en la instrospección psicológica de sus personajes y no en las tramas exteriores a los mismos. Por eso se antojaba un pelín complicada la tarea emprendida por Paul Dano y Zoe Kazan, intérpretes de referencia del cine indie estadounidense, pareja en la vida real y guionistas del filme, al llevar a la gran pantalla uno de los títulos del firmante de Canadá.

Incendios, la novela en que se basa Wildlife, es de las pocas que no he leído del creador de Frank Bascombe pero no resulta difícil imaginar que lo que se muestra en las imágenes de la película es quizá la parte más irrelevante del libro. Descartado el recurso fácil de la voz en off, el estupendo trabajo interpretativo llevado a cabo por Carey Mulligan y Jake Gyllenhaal no es suficiente para transmitir verdadera fuerza al relato y la cinta se queda en una correcta pero fría (Ford también es un escritor frío) recreación de una crisis matrimonial en la América de los primeros años 60 vista desde los ojos inocentes del hijo adolescente de la pareja.


Cuando el Festival de Cine de Gijón había perdido su esencia (sic), en la edición de 2014 pudimos ver en los desaparecidos Cines Centro It follows, segundo largometraje del realizador estadounidense David Robert Mitchell. Cuatro años después y tras su exitoso paso por Sitges, se ha proyectado en un único pase en el Teatro de la Laboral el último trabajo de su director, Under the Silver Lake, que debería haber sido presentada por Ángel Sala aunque finalmente lo ha acabado haciendo Jesús Palacios. Con esencia recuperada o sin ella, podemos decir sin temor a equivocarnos que recordaremos el #56FICX como el de Under the Silver Lake.

Supongo que el filme tendrá sus detractores, incluso entre aquellos que podrían formar parte de su público potencial, pero la película de David Robert Mitchell regala una primera parte tan absolutamente espectacular que cuando su delirio se pasa de vueltas y se alarga demasiado en su tramo final podemos y debemos perdonárselo por los grandes momentos que nos ha hecho pasar hasta llegar a ese punto. Se hablará mucho de las múltiples referencias pop con las que la película nos bombardea continuamente pero éstas no pasarían de la anécdota si no estuvieran tan bien fusionadas en una narrativa hipnótica y fascinante en la que seguimos los pasos del personaje interpretado por Andrew Garfield, una especie de actualización de El Nota que resulta aún más lisérgica que la creada por los hermanos Coen en El gran Lebowski hace justo veinte años. Sam se embarca en una alucinógena búsqueda de su desaparecida vecina a través de un Los Ángeles convertido en el país de las maravillas donde cada puerta conduce a otra aún más absurda. Robert Mitchell mueve la cámara como casi se nos había olvidado que puede hacerse después de algunos ladrillazos sin sangre que nos hemos comido en los días pasados de festival y su trabajo aquí es un festín visual y sonoro que, para quien esto escribe, alcanza su cénit cuando suena el What's the frequency, Kenneth? de los nunca suficientemente añorados REM. Under the Silver Lake (que tiene anunciado su estreno en salas comerciales para el próximo 28 de diciembre) es una película para ver en bucle, para quedarse a vivir en ella, aunque desgraciadamente nunca podremos repetir el efecto de esta primera vez.



Under the Silver Lake, de David Robert Mitchell. Trailer.

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