lunes, 20 de noviembre de 2023

61º Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 3)



Scrapper, de Charlotte Regan. Enfants Terribles.
Las demás, de Alexandra Hyland. Tierres en trance.
La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric. Pase Especial.
La zona de interés, de Jonathan Glazer. Crossroads.


Scrapper, de Charlotte Regan. Trailer.

Continúa el tiempo veraniego en esta 61ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón y asistimos en la mañana del domingo al pase en el Teatro Jovellanos de Scrapper, producción británica perteneciente a la sección Enfants Terribles del FICX y dirigida por Charlotte Regan. Como se ha escrito por ahí, Scrapper parece un híbrido entre The Florida Project y Aftersun. Georgie es una niña de doce años que acaba de quedarse sola al fallecer su madre. Ante los Servicios Sociales finje estar al cuidado de un tío imaginario (el hecho de que su nombre sea Winston Churchill no parece despertar las sospechas de nadie) y durante el primer tramo del metraje asistimos a los intentos por parte de la joven protagonista de procurarse el sustento por medios no del todo legales. El tono parece de comedia amable hasta que entra en escena el padre ausente, que interpreta Harris Dickinson en la que es al menos su tercera aparición en el FICX. La comedia entonces va dejando paso poco a poco al drama emotivo, pero la cinta no pierde encanto ni frescura hasta su denenlace. La debutante Lola Campbell consigue dar vida con credibilidad a su personaje y hacer de Scrapper la película que es.


Frescura también pretende transmitir Las demás, una modesta producción chilena dirigida por la debutante Alexandra Hyland que retrata a dos jóvenes outsiders girls que parecen el reverso chileno de las protagonistas de Ghost world. Una de ellas se ha quedado embarazada y el hilo conductor del filme son los desesperados intentos de conseguir el dinero necesario para pagar el aborto. Hablada en un español bastante difícil de entender y repleta de canciones indie-pop de su país, Las demás, sus dos protagonistas y sus problemas me han dado bastante igual y lo único que estaba deseando a partir de cierto momento es que se terminara cuanto antes.

La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric. Trailer.

"He estado con Eric hasta las seis y nos hemos metido cuatro millones de rayas". Una de las frases más célebres de la música en español tenía como protagonista involuntario al batería de Lagartija Nick y Los Planetas, el granadino Eric Jiménez. Eric publicó hace unos pocos años una autobiografía titulada Cuatro millones de golpes en la que contaba su vida desde su infancia en la Pensión Penibética que regentaba su madre hasta la boda con su actual pareja. La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric, dirigida por César Martínez Herrada, sigue cronológicamente la historia del músico granadino y consigue que el personaje no se coma a la persona, lo que no resulta fácil en alguien con demasiada tendencia al exceso. El documental tiene el ritmo necesario para mantener siempre el interés, incluso para los que no conozcan al protagonista, y logra exactamente aquello que se propone. Martínez Herrada y Eric Jiménez lo presentaron en los Cines Ocine pero lo apretado de los horarios no permitió escuchar sus respuestas en el posterior encuentro con el público.


La causa de tener que salir a uña de caballo hacia el Teatro Jovellanos era el pase (único) de La zona de interés, la cinta responsable de formar un cola interminable que llegaba hasta más abajo del Hotel Hernán Cortés. La zona de interés está dirigida por el cineasta londinense Jonathan Glazer, firmante hace una década de la inclasificable Under the skin. Glazer adapta aquí la novela del recientemente fallecido Martin Amis, que retrata al comandante del campo de exterminio de Auschwitz, Rudolf Höss, y a su familia. Con unas imágenes frías y percutantes que muestran siempre en off el horror que sabemos sucede más allá de los límites de la verja y que en ocasiones recuerdan al estilo del realizador austriaco Michael Haneke, Glazer introduce en determinados momentos de la película unas extrañas alteraciones cromáticas y sonoras que parecen recalcar que algo no encaja en medio del lujo y la felicidad de la familia que muestra. El guion, firmado también por Glazer, no cuenta una historia líneal y su abrupto final resulta tan incómodo como todo el visionado previo, lo que parece precisamente el objetivo perseguido.

La zona de interés, de Jonathan Glazier. Trailer.

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