domingo, 25 de octubre de 2009

54ª Semana Internacional de Cine de Valladolid - Día 2







La carrera del realizador británico Ken Loach está estrechamente unida a la Seminci de Valladolid desde que hace casi dos décadas lograra la Espiga de plata con su película Riff-Raff. Años más tarde lograría por dos veces el máximo galardón del certamen con Mi nombre es Joe y Sweet sixteen y sus éxitos pucelanos ayudaron enormemente a la difusión y al prestigio con que fueron recibidos durante una época todos sus estrenos. Sin embargo, la flor de Loach parecía haberse marchitado hace ya algún tiempo dado que su peligrosa tendencia al sermón y el carácter progresivamente más panfletario y mitinero de su cine habían llegado a alcanzar un punto de difícil retorno.

Buscando a Eric

En este contexto es aún más disfrutable la pequeña revolución en su cine que supone Looking for Eric: Ken Loach ha hecho aquí casi una americanada. Seguro que a este comprometido trostkista le saldría un sarpullido con esta apreciación pero lo cierto es que su película echa mano de recursos casi caprianos y discurre, pese a lo trágico de la historia que cuenta durante buena parte de su metraje, con una frescura y alegría desconocidas hasta la fecha en el autor de Tierra y libertad.

El protagonista de Looking for Eric es un cartero al que acaba de dejar su pareja. Tiene a su cargo dos hijastros adolescentes que tienen okupada la casa y su relación con ellos no pasa por el mejor momento. Está deprimido y sufre un accidente de tráfico. Sus amigos y compañeros de trabajo, conscientes de su mal estado anímico, tratan de animarlo y se sirven de un grotesco manual de autoayuda. El ejercicio propuesto consiste en tomar como modelo una persona admirada. El Eric cartero, seguidor del Manchester, elige al otro Eric, Cantona. Y entonces el que fuera número 7 del United, armado de su célebre chulería y su arsenal de proverbios y sentencias, se le aparece en forma de imaginario consejero espiritual dispuesto a echarle una mano en sus problemas existenciales.


Looking For Eric. Trailer.

Looking for Eric, pese al drama del protagonista, desprende un optimismo como nunca había ocurrido en anteriores trabajos del cineasta inglés. Probablemente la estupenda presencia del genial futbolista galo, también productor de la cinta, tenga buena parte del mérito pero Loach consigue dotar de equilibrio al guión de su en los últimos años inseparable Paul Laverty y logra el milagro de redondear la película con una estupenda conclusión a la altura del resto.

No sé lo que opinarán los seguidores habituales de Ken Loach, aquellos que en todo este tiempo se han mantenido siempre fieles al firmante de Lloviendo piedras, pero para quien esto escribe Looking for Eric se sitúa indudablemente entre lo mejor de la filmografía del director británico y le hace recuperar un prestigio que en los últimos años resultaba discutible.

El Polvo Del Tiempo (I Skoni Tou Hronou)Los Cuatrocientos Golpes

El griego Theo Angelopoulos es un plasta recalcitrante y sigue empeñado en mantener dicha catalogación aunque en el reparto de su última película, El polvo del tiempo (I skoni tou hronou), figuren reclamos tan atrayentes como Willem Dafoe, Bruno Gantz, Michel Piccoli o Irène Jacob. Alternando planos fascinantes con otros rutinarios, su filme sobre la trágica historia familiar de un maduro director de cine es casi siempre aburrido, pretencioso y pedante. No es nada que no fuera predecible pero se hace constar.

Continuando la restrospectiva sobre la nouvelle vague, turno para Los cuatrocientos golpes, otro de los clásicos fundacionales del movimiento. La primera película de François Truffaut, elevada también a la categoría de clásico, se sitúa en el extremo opuesto en cuanto a intenciones a la propuesta godardiana de ayer, pese a que aquélla se basaba igualmente en una historia escrita por Truffaut. Con un tono humanista y cercano al espectador, el malogrado realizador francés cuenta la historia del pequeño Antoine Doinel, alter ego del propio director y personaje central de muchas de sus obras. Sus crecientes problemas escolares y la cada vez más difícil convivencia con unos padres distantes y en ocasiones hostiles están narrados con una ternura contagiosa. Aunque el mito probablemente en esta ocasión también está por encima de la realidad, es imposible no sentir simpatía por el filme o no conmoverse con sus célebres secuencia y plano final.

Jean-Pierre Léaud como Antoine Doinel en Los cuatrocientos golpes
Jean-Pierre Léaud como Antoine Doinel en Los Cuatrocientos Golpes

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