sábado, 17 de noviembre de 2012

50 Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 1)



Beyond The Hills, de Cristian Mungiu. Inauguración. Sección Oficial.


La era Carballo arrancó anoche en el Teatro Jovellanos con una larguísima gala inaugural conducida por Leticia Dolera, joven actriz que hizo lo que pudo con el ñordo de guión que le endosaron (esto también era algo habitual antes, no vamos a darle el mérito a los nuevos). Creo que en todos estos años no ha habido ninguna ocasión en que el guionista de turno no sintiera la tentación de hacer un chiste/gracia sobre esas pelis bielorrusas, en blanco y negro, subtituladas, de tres horas... ¿lo pillan? Ya no tenía ni puta gracia la primera vez así que en la decimoctava alcanza algo parecido al bochorno. Los juegos de palabras de niño de cinco años también fueron un filón y provocaron más estupor que carcajadas pero es lo de siempre, hay que rellenar una hora de tiempo y se opta por la estupidez en la mayor parte.

Además de chistes penosos, por el escenario del Jovellanos fueron pasando los miembros del jurado de la sección AnimaFICX (con el gran Raúl García/Raimundo Hollywood al frente, los del internacional (en este caso presididos por Ernesto Alterio) y los directores Amir Naderi (el chiste, o lo que fuera aquello, sobre los directores de Irán... bueno, eso, irreproducible) y Cristian Mungiu. El primero es el protagonista de una de las retrospectivas de la edición de este año y el segundo presentó su filme Beyond the hills, galardonado en el último Cannes, encargado de abrir la semana de cine en Gijón e integrante de la sección oficial a concurso. Previamente María León y Alejo Sauras habían hecho entrega del Premio Nacho Martínez al emocionado director de casting mierense Luis San Narciso y la solvente banda encargada del acompañamiento musical interpretó por dos veces la canción That's the way I feel que Australian Blonde, el grupo de Fran Fernández, ha compuesto especialmente para la ocasión.


El cine de Cristian Mungiu no destaca por lo trepidamente de su ritmo o por su concisión narrativa. Si esto ya quedaba demostrado en su anterior 4 meses, 3 semanas, 2 días, en su última Beyond the hills va un paso (o una docena) más allá y necesita dos horas y media para contar su historia (en la presentación contó que incluso había recortado media hora sobre el primer montaje). Pero no piense el lector que pasan grandes cosas en la película.

Dos chicas jóvenes que se han conocido en un orfanato rumano se reencuentran cuando una de ellas regresa a su pueblo después de haber pasado un tiempo trabajando en Alemania. A donde regresa es a un perdido monasterio en las colinas en el que su amiga se ha recluido en compañía de un barbudo sacerdote ortodoxo y de unas cuantas monjas oligofrénicas. Y regresa porque quiere rescatar a su amiga (y también antigua amante, el filme no mantiene la ambigüedad al respecto mucho tiempo) que se encuentra voluntariamente presa de la secta. Pero la amiga es feliz ahora en su demencia religiosa y por las noches sólo quiere rezar y leer un poco las Escrituras. El argumento está tan forzado y llevado al extremo como ya es triste marca de la casa en el moralista Mungiu y es aún más ladrillo que nunca. Sólo el excelente trabajo de las dos actrices protagonistas, en especial de Cosmina Stratan, firmes candidatas a lograr premio, destaca en un conjunto arrítmico y por momentos incluso desesperante que amenaza con varios finales para terminar por decantarse por uno tan arbitrario como el resto.


Beyond The Hills, de Cristian Mungiu. Trailer.

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