martes, 15 de noviembre de 2022

60º Festival Internacional de Cine de Gijón (Día 4)



El reino de Dios, de Claudia Sainte-Luce. Tierres en trance.
Sombre, de Philippe Grandrieux. Elina Löwensohn.
Bowling Saturne, de Patricia Mazuy. Patricia Mazuy.


El reino de Dios, de Claudia Sainte-Luce. Trailer.

Cuando se hace público el calendario de proyecciones del Festival de Cine de Gijón y uno hace sus cuadres de sesiones, hay días en los que es inevitable dejar fuera algún título interesante y otros en los que ocurre justamente lo contrario. El del lunes era de los segundos y entre lo poco atractivo de la oferta cinematográfica y las largas distancias entre las distintas sedes, la jornada de ayer se convirtió en una pesadilla. Al menos nos respetó la lluvia y en los trayectos entre los Cines Yelmo y Gijón Sur y entre Gijón Sur y los Ocine no tuvimos encima que pisar charcos, lo que hubiera sido de nota dado lo poco que nos recompensaron las películas.

En la primera aparición en los Yelmo en esta edición tocaba El reino de Dios, de la directora mexicana Claudia Sainte-Luce, ganadora en el FICX 2013 del Premio Especial del Jurado por su película de debut, la poco memorable Los insólitos peces gato. El reino de Dios dura no mucho más de una hora (razón principal para haberla incluido en nuestra selección de ayer) y lo mejor que puede decirse de ella es que no molesta demasiado. Neimar es uno niño de ocho años que vive en un pequeño pueblo y está ilusionado por hacer su primera comunión, puesto que su abuela le ha asegurado que ese día conocerá a Dios. Lo que pasa es que Neimar igual estaría mejor sin haberle conocido. La espontaneidad de su joven protagonista es seguramente lo mejor de la cinta, pero la levísima historia que cuenta no aguanta siquiera su corta duración.


Pero El reino de Dios es mucho mejor que Sombre, un delirio firmado por Philippe Grandrieux hace más de 20 años y que debería haberme ahorrado. Proyectada en copia de 35 mm en el C.M.I. Pumarín, que regresa al FICX después de la ausencia del pasado año, Sombre hace honor a su título y es una película negrísima, pero no tanto por su inclasificable argumento sino porque no se ve nada. Una sombra negra que dura casi las dos horas de metraje al servicio de una historia grotesca, con pocos diálogos y momentos de histrionismo sonoro.


Sombre, de Philippe Grandrieux. Trailer.

Así las cosas, posiblemente lo mejor del día ha acabado siendo Bowling Saturne, último trabajo hasta la fecha de la directora y guionista francesa Patricia Mazuy, a quien el festival dedica una retrospectiva. Tenía pocas expectativas depositadas en ella y aunque en otras circunstancias hubiese sido una decepción, después de Sombre hasta la carta de ajuste tendría su interés.

Bowling Saturne esta protagonizada por dos hermanastros que al fallecer su padre heredan una bolera. Uno es policía y el otro no tiene oficio ni beneficio. Pero la herencia tiene truco y enseguida empiezan a pasar cosas que tienen poca justificación y que la película tampoco se esfuerza en justificar. Pero al menos pasan cosas y aunque la mayoría de ellas quedan en el limbo ayudan a hacer llevaderas las casi dos horas de metraje. Acabada la proyección y pese a lo tardío de la hora, Patricia Mazuy respondió las preguntas de aquellos espectadores que se quedaron al encuentro. Tuvo su gracia que citara como referencias de su película la violencia de los filmes de Charles Bronson y Sam Peckinpah y que la joven traductora, que sufrió con la verborrea de la cineasta francesa, no conociera a ninguno de los dos.


Bowling Saturne, de Patricia Mazuy. Trailer.

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