The antique, de Russudan Glurjidze Esbilla.
Cuando cae el otoño, de François Ozon. Crossroads.
The antique, de Russudan Glurjidze. Trailer.
Cuando a las 5:05 de la madrugada del pasado viernes me sonó la alarma del móvil, apenas había dormido tres horas. Eran más las once de la noche del jueves cuando estaba saliendo del concierto de Nada Surf en la sala La Riviera y en entre cenar, llegar a casa y demás, me dieron casi las dos de la mañana antes de acostarme. Y eso que a las 6:49 salía mi tren de la estación de Chamartín. Por varias razones, ni durante el trayecto ni después de llegar a Gijón conseguí dormir apenas. Cuento todo este rollo porque en esta situación lo más normal es que me hubiese dormido en el cine, a poco que las dos primeras películas seleccionadas de esta 62ª edición del Festival Internacional de Gijón hubieran ayudado. Y por suerte eso no pasó.
Descartada por primera vez en casi 20 años la gala inaugural en el Teatro Jovellanos, salí a media tarde camino de los Ocine para ver The antique. Esta curiosa producción georgiana, encuadrada dentro de la sección Esbilla, se describía en el programa de mano del FICX como inspirada en la deportación de Rusia sufrida por miles de georgianos en 2006. Pero la película toca ese tema de refilón. Apenas lo esboza en un inicio y final por medio de una voz en off y durante una secuencia bastante lamentable (por su simpleza atroz) que tiene lugar en último tercio del filme. En realidad todo aquí esta esbozado, empezando por los escasos personajes que pueblan la historia. Y no será porque el director y guionista no se tome su tiempo. Hasta 132 minutazos emplea en contárnosla sirviéndose para ello de un guion, si es que lo podemos llamar así, que es un despropósito. Además de poner y quitar personajes al tuntún, se saca de la manga una serie de casualidades sonrojantes que cuando en un determinado momento uno de esos personajes hace una referencia al concepto Deus ex machina no sabe uno si es una coña marinera o qué. Si el resultado final no es un desastre total y absoluto es gracias a que Russudan Glurjidze muestra ciertos destellos de talento a la hora de componer planos de indudable brillantez visual que ayudan a hacer más llevadero todo lo demás. The antique está seleccionada por Georgia para la categoría de película internacional en la próxima edición de los Oscars, aunque posiblemente su competencia no sería de mucha enjundia.
Por tercer año consecutivo, me toca justo en la butaca de al lado una persona que se dedica a escribir a boli en una libreta durante la proyección. Si en ediciones anteriores esta circunstancia tardaba algunos días en producirse, esta vez, zas, a la primera. En el caso del año pasado, la persona de marras se dedicó a escribir sin parar durante la primera mitad del filme y a echarse una siesta durante la segunda, que de primeras no parecen acciones que combinen demasiado bien. A favor de que cada cual abrace sus taras, pero a poder ser que me toquen lejos.
Sin tiempo más que para ponerse de nuevo en la cola de los Ocine, repetimos sala e incluso ubicación para asistir a Cuando llega el otoño, última realización del casi siempre interesante François Ozon. Cuando llega el otoño viene de pasar por el Festival de San Sebastián y es por lo que el FICX ubica la película en la sección Crossroads. El guion aquí está bastante más medido y estudiado (quizá demasiado) que en el caso de The antique, lo que unido al notable trabajo de su sólido elenco interpretativo hace mucho para lograr el estimable resultado final de esta conseguida mezcla de drama humano y dilema moral, con ribetes incluso de thriller.
Cuando cae el otoño, de François Ozon. Trailer.
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